Parálisis en el ciclo de siembra más importante de Venezuela amenaza con generar escasez de alimentos
Más que la pandemia, ha sido la falta de combustible la que ha paralizado a los estados productores, por lo que se prevé desabastecimiento en el segundo semestre del año.
CARACAS, Venezuela
Por: Andreína Itriago
El ciclo de siembra más importante de Venezuela, el de invierno, comenzó este 1 de mayo. En el campo, sin embargo, la parálisis es casi total. Y no precisamente debido al COVID-19. Es la escasez de combustible, en el país con las mayores reservas de crudo del mundo, la que impide que los productores ejecuten cabalmente las labores para nuevas siembras.
La semana pasada, durante la sesión virtual de la Asamblea Nacional, el líder opositor Juan Guaidó lamentó este retroceso, al que también han hecho referencia otros voceros, quienes aseguran que por falta de combustible, en pleno siglo XXI, en el campo han tenido que volver a trasladarse en mula.
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La situación se repite tanto en los estados productores de hortalizas, que son los andinos, como en los productores de cereales, que son los llaneros. Y se suma a factores que ya afectaban duramente a la producción agrícola nacional: falta de insumos y semillas, escasez de repuestos e inseguridad.
Ahora, la amenaza de una parálisis total resulta inminente para algunos, y sus consecuencias podrían ser devastadoras: el desabastecimiento, un problema que se creía superado, amenaza con atormentar nuevamente a los venezolanos en el segundo semestre del año.
“El ciclo está prácticamente perdido. A pesar de que está llegando algo de fertilizante, privado, puede ser que alcance para sembrar 100 mil hectáreas. La pregunta es si vamos a poder sembrarlas (…) Puede ser impactante al ya frágil abastecimiento que existe en el país”, aseguró el presidente de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios (Fedeagro), Aquiles Hopkins, a la Agencia Anadolu, en el marco de un encuentro digital con la prensa extranjera radicada en Venezuela.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, sin embargo, maneja otros números. En un encuentro que sostuvo a finales de abril con algunos productores y campesinos, afirmó que para el ciclo de invierno se sembrarían 1 millón 120 mil hectáreas, que incluyen 220 mil hectáreas de arroz y 900 mil de maíz. Es un escenario alentador, pero, a juicio de los entendidos, improbable.
“Nunca en la historia se han sembrado 900 mil hectáreas de maíz. En este momento, ¿cómo las vamos a sembrar?”, insistió Hopkins, quien aseguró que, con las semillas que llegarían al país escasamente se podrían sembrar 15 mil hectáreas de maíz.
Fedeagro ha denunciado una caída sostenida de la producción nacional por más de 12 años. Según las cifras que manejan, esta abastece apenas el 20% del consumo deseable. Si se le suman las importaciones, la cifra asciende a apenas el 30%.
Y mientras en los estados productores se han perdido en las últimas semanas cosechas enteras de hortalizas y tubérculos, el impacto ha comenzado a sentirse en los centros de consumo como Caracas, la capital, donde a pesar de la caída significativa de la demanda –por el impacto en el bolsillo de los ciudadanos de la medida de cuarentena–, ya escasean algunos productos; otros han disminuido en calidad y otros más se han encarecido.
“Lo que conseguimos es porque se sembró el año pasado (…) La pérdida de siembra de invierno va a hacer que en seis meses no tengamos nada que comer”, insistió Ana María Carrasquero, socióloga y coordinadora de derechos de propiedad del Centro para la Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice Libertad), en otro encuentro virtual con corresponsales extranjeros de Venezuela e pasado miércoles.
En Venezuela, a su juicio, se estaría gestando una “mezcla explosiva” de carestía, aunada a las recientes medidas de controles de precios, que se convierten en caldo de cultivos para saqueos y desórdenes.
Cedice Libertad ha contabilizado, en el marco de la cuarentena, que empezó el pasado 16 de marzo, 15 saqueos, principalmente a comercios.
Y nada más en las primeras tres semanas del mes de abril, el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) registró más de 500 protestas. En el mes anterior, este observatorio registró al menos 34 protestas para exigir combustible. Los productores venezolanos protagonizaron varias de ellas.
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Producción a pérdida
Todos los rubros y sectores están afectados, pero donde más se sufre es en los de aquellos más perecederos, como las hortalizas, raíces y tubérculos, frutas y productos lácteos.
Lo ha vivido en carne propia Chara Melgarejo, un productor de Apure, entidad llanera venezolana cuya principal actividad económica es la ganadería y la agricultura.
“En las primeras tres semanas de cuarentena, apenas surtieron de gasolina a 25 productores de 3.800 que somos en Apure (…) Nos atienden muy poco”, lamentó Melgarejo en conversación telefónica con Anadolu.
De los 60.000 kilogramos de queso que salían cada semana de esta entidad antes de la cuarentena, no están despachando ni el 20%. La razón: la imposibilidad de trasladarlo por falta de combustible.
“Estamos produciendo poco, a pérdida, y aparte de eso estamos lejos de los grandes centros de consumo a donde tenemos que llevar la producción”, acotó.
La ciudad de Maracay, el centro de consumo más próximo, está a unas seis horas de distancia; y Caracas a un poco más. Y cada litro de gasolina costaría a los transportistas entre dos a tres dólares, en algunos casos mucho más; esto, en un país donde se pueden llenar cientos de tanques con un solo dólar.
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“Nuestra situación es sumamente crítica, muy onerosa”, lamentó Melgarejo, al tiempo que refirió que tampoco son posibles los traslados a las fincas para llevar a cabo las labores diarias necesarias, ni de las carnes a los mataderos, por la misma razón.
Entonces se tiene que conformar con poder despachar cada 15 o 20 días su queso, y recordar aquellos tiempos, ya malos, en los que al menos podía sacar entre 200 y 300 kilogramos de queso cada semana.
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