Análisis

¿Es posible detener los golpes de Estado en el mundo luego de la renuncia de EEUU a ellos?

En el marco de la publicación de la 'Guía estratégica provisional de seguridad nacional', el actual secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, reconoció que los golpes y las intervenciones militares son métodos fallidos.

Mehmet A. Kancı  | 09.03.2021 - Actualızacıón : 11.03.2021
¿Es posible detener los golpes de Estado en el mundo luego de la renuncia de EEUU a ellos? WASHINGTON DC, EEUU: Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos. Imagen de archivo. (Hakan Çopur - Agencia Anadolu)

ESTAMBUL

*Por: Mehmet A. Kanci

En el tormentoso mar de las relaciones internacionales, una declaración histórica del secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, se perdió en el mundo de los archivos digitales sin causar el impacto que merecía.

Probablemente la omisión se debió a lo acostumbrada que la comunidad internacional está a los golpes de Estado, los proyectos de desestabilización y las intervenciones militares estadounidenses.

Vayamos a lo que dijo Blinken, pero teniendo en cuenta que, como se sabe, el ladrón valiente se jacta de su "arte" aunque sea ilícito.

La declaración del funcionario estadounidense se produjo con la publicación de la “Guía estratégica provisional de seguridad nacional":

“…No promoveremos la democracia a través de costosas intervenciones militares o intentando derrocar regímenes autoritarios por la fuerza. Hemos probado estas tácticas en el pasado. Por muy bien intencionadas que sean, no han funcionado. Le han dado mala fama a la promoción de la democracia y han perdido la confianza del pueblo estadounidense. Haremos las cosas de otra manera”.

Este es un pequeño paso para Blinken, pero un gran paso para la comunidad internacional.

En el siglo XX, no fue posible sacarle ni siquiera una frase de confesión equivalente al 1% de esto al exsecretario de Estado de EEUU Henry Kissinger, en relación al golpe de Estado de 1973 en Chile.

Al describir al Gobierno de Salvador Allende, elegido democráticamente, como un "virus", Kissinger dijo que este agente patógeno amenazaba no solo a la región, sino al mundo entero.

El mensaje del exfuncionario estadounidense al entonces embajador en Santiago, David H. Popper, quien denunciaba las violaciones a los derechos humanos del general golpista Augusto Pinochet, fue el siguiente: "Díganle a Popper que deje los sermones de ciencias políticas".

Como se puede ver, en 50 años se ha recorrido una distancia significativa del EEUU de Kissinger al Estados Unidos de Blinken.

El intento de golpe de Estado del 15 de julio en Turquía es sin duda un hito en este camino al abandono de los golpes.

Blinken era subsecretario de Estado de EEUU cuando visitó Ankara en septiembre de 2016 y tuvo la oportunidad de ver de cerca los resultados del fallido golpe militar, que se llevó a cabo a través de ordenes de cabecillas terroristas residentes en su país.

Sin duda, esta experiencia contribuyó al reconocimiento de Washington de los errores de apoyar los golpes de Estado. Pero, ¿esta declaración será suficiente para convencernos de que EEUU ha renunciado definitivamente a las operaciones golpistas y de desestabilización?

¿Qué pasará con el historial de la CIA?

¿La confesión de Blinken debería significar algo para los siguientes países?: Turquía, Italia, Bélgica, Polonia, Panamá, Corea del Sur, China, Egipto, Irán, Cuba, Guatemala, Indonesia, Líbano, Vietnam, Irak, Congo, Laos, República Dominicana, Brasil, Camboya, Chile, Etiopía, Bolivia, Angola, Zaire, Afganistán, El Salvador, Chad, Nicaragua, Haití, Venezuela, Honduras, Libia y Yemen.

La lista anterior contiene los países donde la Agencia Central de Inteligencia de EEUU (CIA) organizó golpes de Estado o realizó operaciones de desestabilización en el siglo XX a través de organizaciones terroristas fachada y ataques terroristas. Esta información es fácilmente comprobable a través de fuentes abiertas.

Algunos de estos países, como Turquía, fueron víctimas más de una vez a operaciones de desestabilización. En este contexto, tampoco es posible ignorar los golpes de Estado apoyados por algunos países europeos durante la Guerra Fría y hoy por China, Rusia e incluso Israel en varias naciones. EEUU no ha estado solo en la organización de algunos golpes.

Entonces, ¿es realmente posible que estas operaciones que se extendieron por cuatro continentes sean cortadas como pan y queden fuera de la ecuación estadounidense?

La respuesta a esta pregunta probablemente se encuentra en la última oración de la declaración de Blinken: "Haremos las cosas de otra manera".

“Haremos las cosas de otra manera”

El secretario de Estado estadounidense mencionó algunos títulos relacionados a la promesa de que “harán las cosas de otra manera” y dio pistas sobre los temas en que "convencerán" con el método de la "diplomacia coercitiva” tanto a sus oponentes como a sus aliados.

La democracia está bajo amenaza.

Se abordará el cambio climático.

Se protegerán los derechos de las mujeres.

Se deben apoyar los derechos humanos.

Se protegerán los derechos LGBTI.

Aumentará la diplomacia y la cooperación.

Estos son algunos de los temas que planteó Blinken. Parece que la cuestión de los derechos humanos vuelve a ser puesta en primer plano para ser utilizada como arma, como lo fue contra la Unión Soviética durante la Guerra Fría.

Además, esta vez el área de su uso será más amplia. Todos los países desde Hong Kong hasta Rusia y desde Medio Oriente hasta Latinoamérica se encontrarán con la espada de Damocles pendiendo sobre ellos y se enfrentarán a un sinnúmero de sanciones debido a que “no luchan lo suficiente contra el cambio climático, continúan operando centrales térmicas, no prestan suficiente atención a los derechos de las mujeres o no cumplen con los estándares establecidos por la EEUU sobre los derechos LGBTI”.

En la nueva era de la política exterior estadounidense, comprar armas a Rusia o tratar de asesinar a los opositores envenenándolos no serán las únicas razones para ser objeto de sanciones y la gama de temas que llevarán a ellas se expandirá mientras Washington “hace las cosas de otra manera”.

Si EEUU para, ¿pararán los golpes de Estado en todo el mundo?

Otra pregunta que surge tras las declaraciones de Blinken es: ¿El abandono de los métodos golpistas en el sentido clásico por parte de EEUU supondrá que sus enemigos en el terreno geopolítico o algunos aliados europeos también renunciarán a estos?

Los recientes acontecimientos en Myanmar, donde el Ejército llevó a cabo un golpe militar el 1 de febrero, es un ejemplo vivo relacionado con esta pregunta difícil de responder.

Según algunas denuncias, el general golpista Min Aung Hlaing estaba bajo la dirección de Rusia, que auspició el golpe de Estado para limitar la influencia de la República Popular China en el sudeste asiático.

La visita del ministro de Defensa ruso, Sergey Shoygu, a Myanmar una semana antes del golpe y los acuerdos de venta de armas que firmó allí son citados como pruebas de esta hipótesis.

Mientras los países occidentales intentaban presionar a la junta a través de China, apareció una noticia interesante en la prensa internacional: las sanciones impuestas a Myanmar debido a la persecución de los musulmanes rohinyá empezaron a implementarse en 2017.

Las noticias que denunciaban que EEUU y los países occidentales suministraban al Ejército de Myanmar tecnología que les permitiría rastrear a la oposición salieron a la luz en los días posteriores al golpe.

Hoy, se está librando tanto una lucha geopolítica como una gran guerra de información en torno al golpe de Myanmar.

Quizás los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU o las "superpotencias" necesiten poner en su agenda un acuerdo contra los golpes de Estado similar al Tratado de No Proliferación Nuclear.

Un acuerdo con el título "Consenso Internacional sobre la Prevención de Golpes de Estado" bloquearía el camino de aquellos como los ávidos de poder que aceptaron convertir a su pueblo en las fichas del juego geopolítico con el apoyo de Washington, Moscú o Pekín durante el siglo XX, y evitaría que se cometieran errores similares en el siglo XXI.

Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la postura editorial de la Agencia Anadolu.

*El periodista Mehmet A. Kanci escribe análisis sobre la política exterior turca.

**Aicha Sandoval Alaguna contribuyó con la redacción de esta nota.

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