¿Es posible una solución política después de 10 años de guerra en Siria?
Es muy poco probable que un acuerdo incluya al régimen de Bashar al Assad, ya el daño infligido por su Gobierno contra la población siria parece ser, hasta el momento, irreparable.

Istanbul
Por: Cengiz Tomar
La guerra en Siria, que ha causado sufrimiento desde hace más de 10 años, ha llegado a un punto de “consolidación” y el conflicto armado ha perdido impulso. Los informes muestran un panorama doloroso en el que más de medio millón de personas han perdido la vida, decenas de miles han quedado discapacitadas permanentemente y casi la mitad de los 22 millones de personas del país se han convertido en refugiados dentro y fuera.
Sabemos que el 25% de la población de Siria ha huido del país, mientras que otro 25% se ha visto obligada a trasladarse dentro de la nación. En particular, los partidarios de la oposición entre los árabes sunitas, que constituyen la mayoría en el país, los turcomanos y una parte de los kurdos, así como varias sectas y minorías religiosas, han abandonado el territorio. En otras palabras, el régimen se ha deshecho de los grupos de oposición y ha llevado a cabo una limpieza demográfica. Se estima que el costo total de la devastación causada hasta el momento es de al menos USD 100 mil millones, y la mayoría de las ciudades comerciales e industriales importantes quedaron en ruinas.
Se espera que las conversaciones de paz sobre una nueva Constitución, de Ginebra y Astaná contribuyan al desarrollo de un acuerdo político. Pero no podemos evitar preguntarnos si este panorama podría conducir potencialmente a una solución política a largo plazo.
La forma más sencilla de abordar esta cuestión es analizar las posiciones actuales de los grupos y países involucrados que inciden en el problema sirio.
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Rusia, el estado más influyente y poderoso involucrado en la crisis siria, tiene como objetivo perpetuar el débil régimen de al Assad, ya que ya depende de Rusia tomar la mayor parte de los beneficios que puedan derivarse del territorio sirio. Aparte de los posibles beneficios, a la Federación de Rusia no le preocupa en absoluto lo que sucederá con la economía y el pueblo de Siria durante este proceso.
El régimen iraní sigue una estrategia similar a la de Rusia. Irán simplemente desea la continuación del régimen de al Assad y su influencia, que se extiende al Líbano sobre Irak y Siria. Irán, como Rusia, no se preocupa en absoluto por la lucha y la difícil situación del pueblo sirio.
A pesar de toda la humillación, el régimen sirio, que ha sido un vasallo iraní y particularmente ruso, que ha perdido la mitad de su población y territorio, está decidido a mantener el control del oeste del Éufrates. De hecho, si es posible, con la ayuda de sus patrocinadores extranjeros, el régimen planea capturar más territorio, tanto en el norte como en el este. Por otro lado, no quiere que la oposición regrese nunca a suelo sirio. Al Assad tampoco está preocupado por la difícil situación del pueblo.
Con el pretexto de luchar contra Isis/Daesh, Estados Unidos está intentando crear un estado mini-PKK, al este del Éufrates. Estados Unidos tiene como objetivo establecer un estado laico que sea totalmente dependiente de Washington, con un grupo étnico turco, árabe y persa en el Medio Oriente, y fusionarlo con la administración regional en Irak.
Inicialmente se planeó llegar también al mar Mediterráneo a través de los llamados 'cantones', establecidos en el norte, pero cuando las operaciones transfronterizas de Turquía impidieron que eso sucediera, se vieron obligados a reposicionar al PKK/PYD hacia el sur hasta Raqqa y Deir ez-Zor, donde los árabes sunitas son mayoría.
En consecuencia, el 30% de la tierra ha sido capturada por los terroristas del PKK, aún respaldados por Estados Unidos, a pesar de que los kurdos constituían solo el 10% de la población siria antes de la guerra. Así, Estados Unidos no solo pretende establecer una estructura secular que sea aliada de Israel, sino también “disciplinar” a Turquía, Irán y los estados árabes siempre que lo considere “necesario”.
El PKK/PYD, por otro lado, está evaluando la posibilidad de establecer un Estado en la región con el apoyo de Estados Unidos o al menos conformarse con un área autónoma en caso de que un Estado no esté en las cartas.
Turquía, que, después de Rusia, juega el papel más significativo en la crisis siria, adopta la postura más ideal, que también es la más difícil de ejecutar. Turquía quiere el fin del régimen de la familia al Assad, la transición del poder a quien gane las elecciones libres que se celebrarán en Siria, después de que los refugiados hayan regresado y, finalmente, una Siria unitaria. La postura de la oposición también es muy similar a la de Turquía. Quieren que al Assad se vaya y que se celebren elecciones.
Israel estaría encantado de ver a un al Assad débil aún en el poder y un Estado kurdo establecido al este del Éufrates. Israel, como Estados Unidos, también apoya tal estructura contra Turquía, los países árabes e Irán. Con Rusia haciéndose la de la vista gorda, Israel ocasionalmente bombardea y destruye objetivos iraníes cuando sus milicias representan una amenaza.
En pocas palabras, así como Siria se ha dividido efectivamente en tres partes, también lo han hecho las negociaciones políticas y los países que forman parte de (o partes de) una solución probable. El régimen de al Assad, Rusia e Irán están de un lado; Estados Unidos, Israel y el PKK/PYD están en el otro; y Turquía y la oposición siria están en el tercero.
Una vez más nos preguntamos si existe una solución viable que involucre a al Assad y a la que los partidos y estados distintos de Turquía y la oposición estarían de acuerdo.
¿Podrán la oposición, así como los 11 millones de personas que han huido (o reubicado dentro) de Siria, regresar mientras al Assad permanezca en el poder? ¿No procesará el régimen a estas personas si alguna vez regresan? ¿Se les devolverán las pertenencias y propiedades a estas personas (si quedan)? ¿Podrá el régimen hacer frente a los USD 100.000 millones en daños y destrucción y reactivar la economía del país? ¿Rusia e Irán también podrían compensar estas pérdidas económicas? ¿Rusia e Irán aceptarán un escenario sin Bashar al Assad?
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Si estas preguntas no se pueden responder afirmativamente, será muy difícil argumentar que cualquier solución que incluya a al Assad sea razonable y probable. Por otro lado, el PKK/PYD, que ha ganado autonomía bajo los auspicios de Estados Unidos y busca crear un nuevo Estado, se conformará, con su patrón, Estados Unidos, por una unión que, aunque sea autónoma, volverá quedar bajo el régimen de al Assad?
Dado que Turquía y la oposición están en contra del régimen, ¿podría encontrarse una solución política en la mesa de negociaciones donde se reúnen tres grupos de intereses en conflicto, a menos que estos grupos no cambien sus posiciones? Además, si es cierto que las grandes ciudades al oeste del Éufrates dependen de las del este para obtener alimentos, agua y electricidad, y que las del este deben vender estos productos a las grandes ciudades del oeste para ganar dinero (que es realmente el caso), ¿podría ser que Estados Unidos y Rusia ya hayan llegado a un acuerdo no oficial en la línea de “el lado oeste es tuyo y el este es mío”?
Con los ejemplos de Irak y Líbano en mente; ¿Es posible, como Turquía desea, crear una Siria unida con una Constitución basada en la ciudadanía siria en lugar del sectarismo y la discriminación étnica?
De hecho, si no podemos responder afirmativamente a estas preguntas, tendremos que asumir que, a menos que los grupos en cuestión revisen sus puntos de vista, el mejor escenario sería un Gobierno y una constitución al estilo iraquí, que, como todo el mundo sabe, no ha tenido exactamente un historial ejemplar hasta ahora.
*El autor es el presidente en funciones de la Universidad Turco-Kazaja Internacional Hoca Ahmet Yesevi.
**Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de la Agencia Anadolu.
*** Daniela Mendoza contribuyó con la redacción de esta nota.