Política, Economía, Análisis

Gas en el Mediterráneo oriental: ¿Cooperación o conflicto?

Si no se llega a un compromiso, o a un acuerdo de cooperación regional, la extracción de gas en el Mediterráneo oriental será muy costosa o imposible.

Aylin Unver Noi  | 16.03.2018 - Actualızacıón : 17.03.2018
Gas en el Mediterráneo oriental: ¿Cooperación o conflicto?

ESTAMBUL, Turquía

Las fronteras marítimas y las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) en el Mediterráneo oriental empezaron a ser un factor de disputa (particularmente entre Estados rivales en la región) desde que se descubrieron hidrocarburos en 2009.

Turquía, Grecia, Chipre Griego, Egipto, Israel y el Líbano, todos con costas en el Mediterráneo, se reservan los derechos de estas fuentes de hidrocarburos. De estos, Israel, Turquía y Siria, no han firmado la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS por sus siglas en inglés), en cambio Egipto, Líbano y Chipre si.

Aunque los descubrimientos de gas en el Mediterráneo oriental inicialmente incrementaron las expectativas de cooperación, apenas sirvieron para incrementar un poco las tensiones existentes, lo cual es evidente en varios conflictos suscitados recientemente entre Turquía, Chipre griego, Grecia, Líbano, Israel y Egipto.

Esto se debe en parte a que algunos de estos países prefieren los acuerdos bilaterales a los regionales, los cuales, de cierta manera, clarifican las posiciones de todos los Estados. Lo que estos acuerdos bilaterales han logrado es en el mejor de los casos fomentar la desconfianza, particularmente entre las partes que mantienen una animosidad histórica.

La situación ha empeorado por las declaraciones y acciones unilaterales de algunos de estos Estados, que han otorgado licencias a compañías internacionales para explotar y perforar en busca de gas sin antes llegar a acuerdos con sus vecinos.

En resumidas cuentas, las disputas políticas sobre la validez de las fronteras marítimas, particularmente las ZEE, y las rivalidades del pasado están afectando la exploración y la producción de gas en el Mediterráneo oriental. Israel y el Líbano, Turquía y Chipre griego son ejemplos recientes de tales disputas.

Israel hace poco amenazó al Líbano (unos cuantos días antes de que el ahora ex secretario de Estado de Estados unidos, Rex Tillerson visitara el país) por su invitación a llevar a cabo exploraciones marítimas tras hacer grandes descubrimientos, al igual que Chipre griego.

El ministro de Defensa israelí, Avigdor Lieberman, describió los derechos de exploración de los bloques marítimos 4 y 9 otorgados por el Líbano (los cuales fueron concedidos a Total, ENI y Novatek, y que se esperan inicien en el 2019) como “una provocación”. El bloque marítimo 9 es disputado entre los dos Estados.

Mientras tanto, Turquía se opuso a las exploraciones en Chipre griego hasta que se resuelva el tema de Chipre, argumentando que se están violando los derechos de los chipriotas turcos. La armada turca bloqueó, por segunda vez, a un barco perforador contratado por ENI y le impidió llegar al sitio de perforación en el bloque marítimo 3.

La presencia de la armada estadounidense en el Mediterráneo oriental fue ligada a ExxonMobil, compañía que espera iniciar exploraciones a finales del verano de 2018 en el bloque marítimo 10, disputado entre Turquía y Chipre griego.

La administración grecochipriota debe encontrar más reservas de gas para hacer un terminal costero comercialmente viable. También planea construir una planta de Gas Natural Licuado que permitiría la exportación marítima de gas hacia Asía y Europa. No obstante, las reservas confirmadas hasta la fecha son insuficientes para que esto sea posible.

Chipre griego y Egipto están investigando la posibilidad de transferir gas desde el Campo Afrodita (en el bloque marítimo 12 de Chipre griego) a Egipto mediante un gasoducto submarino, aunque se sabe que es un proyecto costoso.

Un reporte del Parlamento Europeo de 2015 dice que un proyecto turco-israelí para construir un gasoducto sería más rentable que la planta de gas natural licuado grecochipriota. Según el reporte, el costo estimado del gasoducto turco-israelí es sería de USD 5.000 millones, en comparación a USD 15.000 millones del proyecto grecochipriota.

No obstante, aunque el costo más bajo del gasoducto hace que este sea más viable, el gasoducto debe cruzar la plataforma continental de Chipre. Una alternativa, según el reporte, es que “el gasoducto sea construido a lo largo de la plataforma continental libanesa y siria, pero dadas las tensiones entre Israel y el Líbano y la guerra en Siria, esto parece poco probable”.

Sin llegar a un compromiso o a un acuerdo mediante la cooperación regional, poniendo al lado las disputas políticas, la extracción de gas en la región será o muy costosa, o infructuosa, o imposible.

Siempre y cuando estos Estados no dejen su determinación de taladrar antes de resolver sus disputas regionales, el conflicto y la guerra siguen siendo posibilidades. Por lo tanto, no habrá seguridad energética, perforaciones seguras, ni transito no restringido de gas en la región. Mientras tanto, el tema servirá para empeorar las tensiones y disputas existentes, haciendo que otros problemas entre los Estados del mediterráneo oriental sean difíciles de resolver en el futuro cercano.

La Unión Europea escogió una buena política al promover su seguridad energética mediante la diversificación de sus proveedores de energía. Sin embargo, no deberíamos ignorar que esta seguridad energética sería más sostenible si la paz y estabilidad regional se puede lograr mediante la cooperación de los Estados mediante acuerdos regionales energéticos, dejando de lado los conflictos políticos de antaño y creando una situación gana-gana para los países del Mediterráneo oriental.

Esto haría más plausible las perforaciones y el transporte comercial, y los efectos secundarios de la cooperación alcanzarían otros sectores. Incluso podría ayudar a retomar los procesos de paz y negociaciones entre Estados hostiles y contribuir a la reunificación de Chipre, mejorar las tensiones árabes-israelíes, y mejorar las relaciones Turquía-Grecia y Turquía-Israel.

El gas puede servir como promotor de paz en el Mediterráneo oriental si los poderes globales y regionales le dan una oportunidad. No hace mucho, la administración Obama desarrolló una diplomacia energética y una política energética basada en la premisa que “la energía debe servir como una herramienta para la cooperación, la estabilidad, la seguridad y la prosperidad”.

Con esta política, Washington tiene una visión de más transporte, más inversión y “gasoductos de paz” en el Mediterráneo oriental podría servir como promotor de la paz regional. Por lo tanto, Washington enfatizó el potencial energético del Mediterráneo oriental, diciendo que puede producir varios dividendos estratégicos y económicos para la región y para Europa al mejorar la estabilidad, la paz y prosperidad de la región al juntar a Turquía, Israel, Egipto, Grecia, Chipre griego y el Líbano, y al diversificar las fuentes de energía necesarias para garantizar la seguridad energética de Europa.

De hecho, este no es un escenario imposible para la región porque, hace 70 años, Europa logró construir la paz mediante la cooperación inicial en sus sectores de acero y carbón tras la Segunda Guerra mundial. Esta fue una elección a conciencia hecha por los líderes europeos con el fin de traer la paz y la estabilidad, y reducir la posibilidad de futuros conflictos en el viejo continente.

Para alcanzar este fin, primero establecieron la Comunidad Europea del Carbón y el Acero en 1952 y después la Comunidad de Energía Atómica Europea (EURATOM) en 1957, lo cual hizo materialmente imposible futuras guerras mediante la cooperación y la transferencia de los derechos soberanos nacionales de los Estados europeos sobre estos materiales de guerra a instituciones supranacionales.

EURATOM fue establecida para crear un mercado especial de energía nuclear en Europa, desarrollar energía nuclear y distribuirla entre los Estados miembro y vender la energía restante a países no miembros. Europa también logró expandir la cooperación en estos sectores a otras áreas, lo cual abrió el camino para la creación de la Unión Europea, un ejemplo de regionalismo que ha conllevado a una paz duradera en Europa, un continente que pasó por dos guerras mundiales.

Mayor cooperación y un foro multilateral con el potencial de prevenir que los Estados del Mediterráneo oriental compitan e ignoren las disputas sin resolver sobre las ZEE también podrían traer dividendos de paz a la región, como ocurrió en Europa hace 70 años. Por otra parte, podría promover mayor cooperación en otros sectores.

El secretario de Energía de EEUU, Rick Perry, hace poco hizo un llamado por una alianza global que sirva como plataforma para compartir conocimiento tecnológico con las naciones en desarrollo. Esto permitiría a los Estados alcanzar la seguridad energética y el crecimiento económico al diversificar sus fuentes de energía, y para hacer que su renacimiento energético abarque más energía.

Por lo tanto, es hora de que estos países del Mediterráneo oriental, y los poderes globales, apoyen esta idea de cooperación que creará una situación gana-gana en vez de agudizar conflictos y rivalidades ya existentes en la región.

*Ahmed Fawzi Mostefai contribuyó con la redacción de esta nota.

*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan la política editorial de la Agencia Anadolu.

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