Los problemas de China, acorralada a medida que aumenta su poder
China, incapaz de gestionar sus problemas con los países con los que comparte costas, entró directamente en conflictos de intereses con naciones desarrolladas como EEUU, Australia, Japón e incluso Vietnam.
ESTAMBUL
La República Popular China (RPC) es un país con unos 1.400 millones de habitantes en un territorio de 9,6 millones de kilómetros cuadrados. Cuenta con cientos de grupos étnicos y 55 minorías con autonomía reconocida. Es gobernada por el "socialismo al estilo chino" y la "economía de mercado socialista al estilo chino" del capitalismo.
Según los datos oficiales de China, las minorías con estatus legal y autonomía comprenden alrededor del 10% de la población total china, y su territorio comprende el 65% del país.
La administración del Partido Comunista Chino (PCCh) logró un crecimiento constante de la economía y la industria gracias al sistema de "economía de mercado socialista al estilo chino", implementado después de 1992. Comenzó a hacer sentir más su peso en la política global por medio de las grandes ventajas que logró con su membresía en la Organización Mundial del Comercio en 2002. La administración china, que ha logrado el título de la segunda economía más grande del mundo por primera vez en la era moderna, se enfrenta a difíciles problemas internos y externos.
Con el fin de satisfacer las necesidades de materias primas de la economía creciente y la industria en desarrollo, China ha implementado diferentes proyectos y estrategias a escala micro y macro, al darle importancia a los mercados en los países desarrollados y la compra de empresas estratégicas.
El llamado "sueño chino", lanzado en 2012 por Xi Jinping, tiene como objetivo completar de manera integral la construcción de una sociedad de bienestar de clase media en 2021, el centenario de la fundación del PCCh, y establecer un país socialista de estilo chino contemporáneo, próspero, fuerte y armonioso en 2049, el centenario de la fundación de la República Popular China.
La iniciativa de la Franja y la Ruta es importante para la realización de este ideal. El enorme presupuesto y los fondos de miles de millones de dólares asignados para la implementación del proyecto, las relaciones públicas y secretas establecidas con los países de la ruta y la diplomacia de la deuda aplicada de esta manera, así como el aumento de la tensión con Estados Unidos y las guerras comerciales, revelan más los "planes secretos" del país y aumentan los factores que hacen que el sueño chino sea difícil de realizar.
Especialmente durante la pandemia de coronavirus, Occidente ha comenzado a legitimar la tesis de que el PCCh es un "daño y amenaza" global al enfocarse más en los campos de concentración contra los turcos musulmanes en Turquestán Oriental y las violaciones de derechos humanos en China, las cuales antes no tenía en su agenda. Además, los discursos y las acciones que demonizan al PCCh al separar al pueblo chino del partido se han generalizado en Occidente, especialmente en EEUU.
Para comenzar la lucha contra las diferencias desde adentro, el PCCh no ha implementado los mandatos de autonomía que se encuentran en la Constitución y en las leyes de autonomía regional, creencias religiosas, lenguaje y escritura para las minorías, desde principios de la década de 1990. Tampoco ha implementado desde 1997 las leyes relacionadas con el Turquestán Oriental y el Tíbet.
Los secretarios del PCCh enviados al Tíbet y al Turquestán Oriental convirtieron la vida de los pueblos originales en un infierno con circulares políticas y regulaciones que contradicen las leyes chinas, pero que van en línea con la ideología del PCCh de 'chinizar' a los turcos musulmanes y tibetanos y castigarlos colectivamente. Tales prácticas alcanzaron su auge con el Gobierno de Xi; todas las diferencias étnicas, religiosas, culturales e intelectuales en China fueron fuertemente reprimidas. La conexión de los turcos uigures con el exterior fue cortada por completo en 2016 y fueron llevados a campos de concentración, donde son sometidos a torturas inconcebibles.
En 2013, la administración de Xi aumentó las investigaciones y la represión contra la secta china Falun y diversos grupos religiosos, especialmente en las regiones de minorías. Además, convirtió la persecución en Turquestán Oriental en un genocidio biológico, cultural y ecológico. Los residentes de Hong Kong han estado luchando en la calle durante casi un año en condiciones difíciles para reclamar sus derechos usurpados.
Estas violaciones han llevado a la comunidad internacional a criticar, condenar e incluso aplicar sanciones a China. El Instituto Australiano de Política Estratégica (ASPI), que publicó un importante informe con datos sobre las atrocidades chinas contra los turcos uigures, indicó en su último reporte que localizó más de 380 edificios e instalaciones que serían campos de concentración en China. ASPI llamó la atención sobre que, a pesar de la presión internacional, China continúa construyendo y ampliando esta clase de instalaciones. Además, la investigación señaló que el 50% de los centros recién construidos son de alta seguridad, lo que puede indicar un cambio de política de "centros de reeducación" de baja seguridad a "centros de detención y prisiones" de alta seguridad.
Otro estudio de ASPI, titulado “Eliminación Cultural”, señala con evidencias que “con el apoyo de imágenes satelitales, se puede observar que principalmente desde 2017, aproximadamente 16.000 mezquitas (65% del total) fueron destruidas o dañadas en la provincia de Xinjiang debido a políticas gubernamentales. Además, hay imágenes de aproximadamente 8.500 mezquitas completamente destruidas”. Según este estudio, al menos el 30% de los lugares de importancia religiosa en Turquestán Oriental ha sido demolido y el 28% ha sido dañado o transformado de alguna manera.
El idioma, la música, la estética, el ocio, los hogares, los entornos ecológicos e incluso las dietas de los uigures se 'chinizan' o se eliminan; continúan todos los esfuerzos para remoldear la vida social y cultural de los turcos uigures a lo largo del eje chino; su patrimonio cultural tangible, tumbas y edificios de miles de años de antigüedad, son destruidos; mientras los países turco-islámicos parecen envalentonar a China al no oponerse.
Es preocupante que, a pesar de que cada día aumentan las evidencias de la destrucción cultural de los uigures provistas por la UNESCO, el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) y la Organización de Cooperación Islámica (OCI), el silencio perdure.
Al seguir la misma estrategia, China obligó a sus países vecinos a aceptar su hegemonía o apoyar sus tesis. En la última década ha aumentado el miedo a China en las naciones de la región. La actitud cada vez más agresiva y amenazante de Pekín hacia sus vecinos los ha llevado a buscar diferentes alianzas. China, incapaz de gestionar sus problemas con los países con los que comparte costas, entró directamente en conflictos de intereses con naciones desarrolladas como EEUU, Australia, Japón e incluso Vietnam. A la luz de esto, la estrategia "Regreso a Asia" de EEUU se ha convertido en una alianza no oficial con los países del este y sur de Asia que sienten directamente la amenaza china. Esta alianza rodea a China desde los mares.
Los préstamos de China a varios países que son una especie de trampa-deuda, ya que los países que no pueden pagar tienen que entregarle sus puertos estratégicos, ha hecho que la tesis de la China neocolonialista se generalice y que la opinión negativa sobre ese país alcance su pico histórico en muchos países.
*Abdurresit Celil Karluk es investigador en el campo de la estructura etno-social de China, el chinismo, la visión china de los demás, la chinización y el Turquestán Oriental. Además, es profesor de la facultad de relaciones internacionales de la Universidad Ankara Haci Bayram Veli y editor de la revista de Estudios de Asia Oriental (DAAD).
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la política editorial de la Agencia Anadolu.
*Aicha Sandoval Alaguna contribuyó con la redacción de esta nota.