La desigualdad se profundiza al tiempo que la competencia por la vacuna contra la COVID-19
En lugar de preparar el terreno para la cooperación internacional, el tema de la vacunación contra la COVID-19 se ha convertido en una competencia que revela claramente las fallas geopolíticas globales.
ESTAMBUL
Por: Giray Saynur Derman*
A fecha del 15 de febrero de 2021, se han registrado cerca de 109,5 millones de casos y 2,4 millones de muertes por coronavirus en todo el mundo. En lugar de preparar el terreno para la cooperación internacional, el tema de la vacunación contra la COVID-19 se ha convertido en una competencia que revela claramente las fallas geopolíticas globales.
Las potencias mundiales comenzaron a competir en lugar de trabajar juntas en el desarrollo de vacunas. Los países ricos que producen y distribuyen las vacunas, incluidos Rusia, Reino Unido, EEUU, Alemania y China, han establecido un monopolio en el suministro de este producto, lo que les ha permitido ser los ganadores de la competencia por ahora.
Las devastadoras consecuencias del apilamiento de vacunas
Pese a que en los países desarrollados ya ha comenzado la vacunación, esta aún no ha comenzado en la mayoría de los países de ingresos medios y bajos. Con el objetivo de garantizar que todas las naciones del mundo tengan acceso equitativo a la vacunación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció el mecanismo Covax, que planea proveer vacunas precisamente a los países de ingresos medios y bajos. Sin embargo, las naciones ricas decidieron comprar grandes cantidades de vacunas y acumularlas, lo que afectó el acceso a ellas de los países vulnerables que más las necesitan.
El Covax tiene como objetivo entregar al menos 2 mil millones de dosis de vacunas a 91 países, principalmente en África, Asia y América Latina, para finales de 2021 y garantizar que el 20% de las personas más vulnerables estén vacunadas. A pesar de esto, correspondencia interna entre empleados de Covax, a la que tuvo acceso Reuters, reveló que es imposible alcanzar estos objetivos por diversos motivos, incluidos la falta de fondos, la incertidumbre en el suministro y los retrasos burocráticos provocados por los complejos contratos.
Agathe Demarais, miembro de la Economist Intelligence Unit (EIU), la unidad del grupo The Economist que desarrolla estimaciones y recomendaciones a través de análisis e investigación, realizó uno de los estudios más completos sobre este tema. Demarais señaló que son cautelosos al hablar sobre el éxito que puede llegar a tener Covax y que incluso si el 20%-27% de la población mundial es inmunizada, esta tasa no detendrá radicalmente el avance de la pandemia.
Según las estimaciones de la EIU, algunos países no podrán completar sus campañas de vacunación incluso hasta finales de 2023. Además, mientras el virus siga propagándose en alguna parte del mundo, existirá el peligro de que se produzcan mutaciones resistentes a las vacunas y el coronavirus vuelva a propagarse por todo el mundo.
El virus de la desigualdad
Inmunizar al mundo contra la COVID-19 se ha convertido en una cuestión de vida o muerte. En teoría, a medida que aumente la producción y disminuya la necesidad, el precio de la vacuna disminuirá. No obstante, la vacuna llegará de último a los países pobres.
Sabemos que la producción de vacunas continúa a un buen ritmo, pero no debemos olvidar que no será fácil vacunar a los 7.700 millones de habitantes del planeta.
Según el informe El Virus de la Desigualdad, publicado por Oxfam, una organización internacional de ayuda humanitaria con sede en Londres, la pandemia de coronavirus ha exacerbado aún más la desigualdad económica mundial.
Ver también: Inequidad en la distribución mundial de la vacuna COVID-19 preocupa a la OMS por su efecto en África
"Mientras que las 1.000 personas más adineradas del planeta podrían recuperar en solo nueve meses las pérdidas que les produjo la COVID-19, las personas más pobres del mundo podrían tardar más de diez años en recuperarse económicamente", señaló el informe basado en las opiniones de 300 economistas de 79 países.
Agregó que la desigualdad económica se agravaba simultáneamente en todos los países por primera vez en 100 años y que la riqueza total de los multimillonarios en todo el mundo aumentó USD 3,9 billones entre marzo y diciembre de 2020, llegando a cerca de USD 12 billones.
Según el reporte, la fortuna de las 2.153 personas más ricas del mundo supera la riqueza total de 4.600 millones de personas, y la fortuna de las 10 personas más ricas del mundo, incluidos Jeff Bezos, Bernard Arnault, Bill Gates, Mark Zuckerberg, aumentó USD 540.000 millones entre marzo y diciembre de 2020.
Enfatizó además que esa cifra es suficiente para vacunar a toda la población mundial y para que nadie llegue al nivel de pobreza debido a la pandemia.
Según el informe, el mundo está experimentando la mayor crisis de empleo que se haya visto en 90 años, ya que aproximadamente 100 millones de personas han perdido su fuente de ingresos o trabajo, siendo las mujeres especialmente afectadas por esta situación.
Según investigaciones realizadas en Reino Unido, las tasas de muerte por COVID-19 son dos veces más altas en las zonas de bajos ingresos que en las áreas más ricas. Resultados similares fueron obtenidos en estudios realizados en Francia, España e India.
El informe de Oxfam también afirmó que las tasas de mortalidad entre las minorías étnicas son significativamente más altas en algunos países.
"Estamos siendo testigos del mayor aumento de la desigualdad desde que se iniciaron los registros", dijo Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam.
"Mientras las economías fraudulentas invierten activos en una élite adinerada que ha sobrevivido a la pandemia en el lujo; los comerciantes, los profesionales de la salud y los vendedores de alimentos, quienes conforman el primer frente contra la pandemia, tratan de pagar sus facturas", agregó, al enfatizar la gravedad de la situación.
Al final, la pandemia obliga a los países, los Estados, los líderes, las economías, las instituciones, las alianzas y todos los campos relacionados con la vida a cambiar. Tras la pandemia, se desarrollará un modelo de gestión, un sistema global y un liderazgo mundial diferentes. El virus tendrá un impacto permanente en la economía mundial. Las garantías para el empleo, los salarios justos y los derechos humanos son insuficientes debido a que las empresas, los mercados y la política en todo el mundo se configuran de tal manera que la ganancia a corto plazo es más importante que el bien común.
Mientras el mundo evoluciona hacia un período de incertidumbre, estancamiento económico y una posible crisis, la necesidad de unidad se ha vuelto más palpable que nunca. En este contexto, importantes responsabilidades recaen sobre los líderes de las grandes potencias. Como dijo Wiston Churchill: "Este no es el final, no es ni siquiera el principio del fin, puede ser, más bien, el final del principio".
*Giray Saynur Derman es profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad Marmara, con sede en Turquía.
**Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la postura editorial de la Agencia Anadolu.
***Aicha Sandoval Alaguna contribuyó con la redacción de esta nota.
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