Cultura

Carteles La Linterna, la última imprenta tradicional que sobrevive en Colombia

Pese a los avances tecnológicos, crisis económicas y la pandemia de la COVID-19, este taller ubicado en la ciudad de Cali sigue funcionando con dos imprentas que datan de finales del Siglo XIX.

Diego Camilo Carranza Jimenez  | 15.04.2021 - Actualızacıón : 19.04.2021
Carteles La Linterna, la última imprenta tradicional que sobrevive en Colombia Imágenes del taller de carteles ‘La Linterna’, en Cali, Colombia, el 14 de abril de 2021. Pese a los avances tecnológicos, las crisis económicas y la pandemia de COVID-19, este taller sigue funcionando con dos imprentas que datan de finales del siglo XIX. (Juan David Moreno Gallego - Agencia Anadolu)

Colombia

Por: Juan David Moreno y Diego Carranza

En la ciudad de Cali, al occidente de Colombia, sobrevive la última imprenta tradicional del país suramericano. Se trata de La Linterna, un taller que ha subsistido a pesar de los avances tecnológicos de las últimas décadas, crisis económicas, cambios en las leyes locales e incluso a la pandemia de coronavirus.

Sobre su inicio se ha perdido información. Se han buscado datos por diferentes medios tratando de identificar su fundación, pero no hay consenso. Algunos dicen que nació en el año 1950, otros que en 1930, pero otros más afirman que su historia se remonta a muchos más años atrás.

‘La Linterna’ fue inicialmente un proyecto editorial del diario El Relator, fundado el 15 de octubre de 1915 por los hermanos Zawadzky. Fue el primer diario liberal en el Valle del Cauca (suroccidente de Colombia), ya que todas las publicaciones previas eran de corte conservador.


Carteles ‘La Linterna’, la última imprenta tradicional que sobrevive en Colombia

Imágenes del taller de carteles ‘La Linterna’, en Cali, Colombia, el 14 de abril de 2021. Pese a los avances tecnológicos, las crisis económicas y la pandemia de COVID-19, este taller sigue funcionando con dos imprentas que datan de finales del siglo XIX. 

Esta gaceta ganó popularidad con el cubrimiento de historias y noticias que no solían reportar los medios de la capital del país inclinados al Partido Conservador. Una de sus publicaciones más importantes fue en 1949, en la que se conmemoraba el primer año del magnicidio del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, el político más influyente del país a finales de los años 40 y una de las figuras más importantes de la historia colombiana, cuyo asesinato desató levantamientos populares tanto en Bogotá como en otras zonas del país. A este episodio se le conoce popularmente como el “Bogotazo” y además fue el catalizador del sangriento periodo histórico conocido como ‘La Violencia’.

El final de El Relator llegó a comienzos de los 60, pero como muchos pensarían, no ocurrió lo mismo con La Linterna. Fernando Roa, quien hasta ese momento dirigía la gaceta dentro del periódico, recibió como parte de su indemnización dos imprentas de finales del Siglo XIX con las que fundó un taller tipográfico para la impresión de carteles informativos y publicitarios.

A partir de entonces comenzó su auge. Conciertos, la Plaza de Toros y la Feria de Cali, el Festival de Teatro de Bogotá y la Filarmónica de Bogotá eran algunos de los clientes que mantenían contratos anuales de impresión. Tal fue el crecimiento que el taller tenía entre 20 y 25 personas trabajando por turnos para cubrir la demanda.

La mejor época de La Linterna fueron los años 80, época en la que incluso se llegó a abrir una sede en Bogotá y en la que se enviaban personas a otras ciudades para que fueran a pegar carteles.

“Artistas que venían, protestas callejeras, grandes obras que se presentaban en Cali, Bogotá o en Medellín, todos esos carteles y murales los producíamos nosotros”, le dijo a la Agencia Anadolu Olmedo Franco, quien llegó a trabajar a esta imprenta desde 1976, cuando tenía apenas 17 años.

Pero a pesar de haber logrado contratos muy grandes tanto en la llamada 'Sucursal del Cielo' como en la capital colombiana, la llegada de nuevas tecnologías y formatos más económicos de publicación a comienzos del 2000 trajeron consigo una caída del mercado de los carteles de imprenta. Sumado a ello, un cambio de las leyes ambientales en Bogotá terminó de ensombrecer el panorama: la primera administración del entonces alcalde Enrique Peñalosa prohibió pegar carteles publicitarios en las paredes de la ciudad.

Los primeros en ver las consecuencias de esta crisis fueron los empleados, que poco a poco empezaron a ser despedidos, o simplemente, buscaron otras formas de ingresos.

“Veíamos un futuro incierto… el trabajo bajó un 80%, lo que ganábamos era lo que arañábamos acá en Cali… Creíamos que ya muy pronto se iba a acabar la imprenta”, relató Héctor Otálvaro, maestro impresor de La Linterna.

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Fueron años bastante difíciles. Pero en marzo del 2017, los diseñadores y artistas plásticos Fabián Villa y Patricia Pardo llegaron hasta este taller para imprimir un cartel publicitario para su proyecto Casa Ternario, una galería para que diferentes artistas gráficos pudieran mostrar sus obras.

Villa asegura que la casualidad lo llevó hasta La Linterna y que luego de conocer la difícil situación que atravesaba el taller, decidió ayudar.

“Yo no me levante un día pensando en salvar a La Linterna”, cuenta el artista y recuerda aquel día que llegó como cliente y se convirtió en uno de los artífices para ayudar a tres hombres y sus familias con un futuro incierto.

Por ello, Villa y Pardo decidieron realizar la exposición de lanzamiento de Casa Ternario en La Linterna. Allí, diferentes artistas estamparon sus diseños en carteles hechos por los maestros del lugar e incluso se modificó el taller para que los asistentes pudieran ver el proceso de impresión.

Patricia Pardo asegura que encontraron en La Linterna “una forma de crear un núcleo de arte y de diseño gráfico” en esta ciudad del occidente colombiano.

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La exposición fue un éxito rotundo, pues no solo se reunió el dinero para sustentar a los impresores, sino que permitió crear una comunidad de seguidores de La Linterna.

Gracias a ello, Franco, Otálvaro y Jaime García llegaron a un acuerdo con el último dueño del taller, Andrés Verón Sinisterra, quien les entregó las máquinas, las tipografías y todo lo que estaba a disposición como parte de pago de lo que les debía. Ahora, los tres maestros impresores son los propietarios de La Linterna.

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