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En busca del encanto natural de Providencia, la isla colombiana que no necesita filtro

Después de que el huracán Iota arrasara con más del 95% de la infraestructura caribeña hace tres años, la Agencia Anadolu logró recorrer la región, y así descubrir su gran biodiversidad y la persistencia de los lugareños en medio de la adversidad.

Juancho Torres  | 02.05.2023 - Actualızacıón : 11.05.2023
En busca del encanto natural de Providencia, la isla colombiana que no necesita filtro Un pescador realiza sus tareas cotidianas en una de las playas de la isla de Providencia en Colombia, el 22 de abril de 2023. La isla caribeña cuenta con impresionantes playas con arena blanca y aguas turquesas repletas de una vibrante vida marina. Sin embargo, lo que lo distingue es su extraordinaria barrera de coral, una de las más grandes del mundo. (Juancho Torres- Agencia Anadolu)

Providencia, Colombia

Mi viaje a Providencia comenzó con un corto vuelo desde San Andrés, la isla más grande del archipiélago colombiano del mismo nombre, ubicado al noroeste de Colombia, que por muchos años ha estado sujeto a un litigio territorial con el país centroamericano de Nicaragua.

Al aterrizar en la pequeña isla al noroeste del país, fui recibido por un multicultural grupo de personas que sin mediar palabra nos dio una acogedora bienvenida, con ilimitado acceso a sus hogares, tradiciones y vida cotidiana. 

La historia de la paradisiaca y turística Providencia se remonta a los primeros pobladores, su relación con los europeos y africanos que llegaron a la isla en el siglo XVII. A través de esta mezcla de culturas se desarrolló una identidad única, que se refleja en la música, la comida y el estilo de vida de los isleños, similar al de los habitantes de San Andrés, la vecina isla, la más grande del Archipiélago y ubicada a unos 20 minutos de vuelo en avioneta.


Es seguro que esa calidez humana, reflejada en el trato y disposición de los lugareños que nos acogieron, no sea la única riqueza de la isla; la otra cara de la moneda en ese tesoro se encuentra en la biodiversidad que rodea la región. Como su barrera de coral, que se extiende por 32 kilómetros y es la segunda más grande del mundo después de la Gran Barrera de Coral en Australia. La importancia de esta barrera de coral radica en su papel fundamental como hogar de una gran variedad de especies marinas y aéreas, incluyendo tortugas, tiburones y peces tropicales.

La barrera hace parte de la Reserva Natural de la Biósfera Seaflower, nombre adjudicado por la Unesco hace más de 10 años. Esta morada natural alberga a un gran número de especies y, según las autoridades del Archipiélago, “es un ecosistema tan complejo que suele ser comparado con los bosques húmedos tropicales: una selva de infinitas proporciones y colores bajo del mar”.

En esa profundidad del denominado “mar de siete colores” se esconde una insondable belleza, de grutas, paredes coralinas, grietas, cuevas y restos de naufragios de las épocas de la ‘conquista’ española. Por este motivo, buzos, biólogos, exploradores, conservacionistas y turistas ávidos de riesgo y aventura se sumergen en las cristalinas aguas de la isla, admirando su belleza y descubriendo cada cierto tiempo un pedazo de paraíso en este territorio colombiano. 

De igual forma, aquellos visitantes de todo el mundo pueden recorrer el pequeño territorio y en esta época de abril-mayo, encontrarse con inusuales espectáculos de fauna terrestre-marítima. Se trata de la masiva migración del cangrejo negro, de tierra a costa y viceversa, un tránsito de cientos de estos crustáceos que recorren las vías de la isla desde sus cuevas o hábitats hacia las zonas costeras. Es por esto la importancia de proteger a este animal, según advirtió en marzo la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago (Coralina). 

Debido a la sobreexplotación, afectación de su hábitat y fallas genéticas, las autoridades iniciaron una veda de cuatro meses en la captura, caza y comercialización del cangrejo, desde comienzos de abril hasta el próximo 31 de julio en las islas de Providencia y Santa Catalina.

 Coralina afirma que, en este periodo, en época de desove de estos crustáceos, se convierten en animales más vulnerables a la captura, por lo que miles pueden ser atrapados “indiscriminadamente sin importar su tamaño, sexo, ni estado de madurez".

A pesar de algunas violaciones a la veda del cangrejo negro, o la pesca prohibida en determinadas zonas de la barrera coralina, pudimos evidenciar durante la visita que la comunidad raizal e isleña ha sido fundamental en la protección y conservación de su ecosistema. 

El turismo sostenible ha sido una parte integral de los esfuerzos de la comunidad por equilibrar la visita de cientos de extranjeros en el año y la conservación del ecosistema, asegurando así un futuro para la vida marina y terrestre, sin dejar de lado las bondades que traen los turistas ávidos de belleza natural, descanso y buena comida.


A casi cuatro años de una pandemia que afectó en mayor medida a aquellas zonas que viven del turismo, como San Andrés y Providencia; y tres años después de que el devastador huracán Iota, categoría cinco - máxima cifra en la escala Saffir-Simpson, que mide la velocidad de los vientos – arrasara con más del 90% de las viviendas de la isla y dejara en la incertidumbre a miles de sus habitantes, la Agencia Anadolu logró evidenciar la gran resiliencia que los acompaña. 

Pude comprobar el duro trabajo que han tenido por delante las comunidades isleñas desde aquel fatídico 16 de noviembre de 2020, cuando en la madrugada, el fenómeno meteorológico tomó por sorpresa a los habitantes del Archipiélago, literalmente derrumbando sus sueños. 

02.05.2023

El paraíso escondido de Colombia: Isla de Providencia

Una isla exótica del mar Caribe, la isla de Providencia, alberga el tercer arrecife de coral más grande del mundo con sus aguas cristalinas de color turquesa y arenas blancas. millones de hectáreas.


El huracán pasó a menos de 12 kilómetros de la isla, con una velocidad de más de 250 kilómetros por hora y destruyó todo a su paso, dejando cuatro muertos y más de seis mil habitantes damnificados, según la información del Gobierno colombiano de aquella época.

A pesar de esta ‘nube negra’ en la historia del Archipiélago, es evidente el duro trabajo de reconstrucción que han tenido las comunidades, empezar de cero para reconstruir sus hogares y negocios, para fortalecer su economía y su industria turística. Su espíritu y determinación han sido fundamentales para mantener viva la isla y su cultura.


Lo que hace que Providencia sea aún más especial es la amabilidad y generosidad de su gente. Los habitantes me recibieron con los brazos abiertos y me permitieron acceder a su día a día, muchas veces lleno de música y buena comida. Aprendí a hacer "rondas" de música, donde la gente se sienta en un círculo y canta y baila en comunidad. Degusté los deliciosos platos como el Rondón, un guiso de pescado y coco, y el esponjoso pan de coco dulce, que se hornea en hojas de banano.

En resumen, mi viaje a Providencia me dejó maravillado con su historia, cultura y belleza natural. Pero lo que más me impactó fue la resiliencia y el compromiso de su gente con la sostenibilidad y la preservación de su hogar. Providencia es verdaderamente una isla que “no necesita filtro”, a juicio de uno de sus habitantes que nos sirvió como guía. Su encanto natural y la fortaleza de su comunidad hablan por sí solos. 

*Invitación del Fondo Nacional de Turismo (Fontur)

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