
SANTIAGO, Chile
Por: Andrea Aguilar Córdoba
Damaris Silva recuerda que la primera vez que tocó su violín para pacientes fue el 27 de mayo. En ese entonces Chile superaba los 80.000 contagiados y sus hospitales empezaban a sentir el impacto de la llegada de miles de pacientes a los servicios de urgencias a causa de la COVID-19.
“Ese día había un colapso en urgencias, estaban todos los medios afuera y el equipo muy estresado porque no había camas ni disponibilidad de atender más pacientes y la idea fue dar un poco de calma en medio de lo que estábamos viviendo”, cuenta Silva a la Agencia Anadolu.
Damaris trabaja en el Hospital El Pino, al sur de Santiago, que fue uno de los primeros centros médicos en evidenciar que el sistema sanitario del país no estaba dando abasto para atender la cantidad de pacientes que llegaban contagiados por el coronavirus. Ese 27 de mayo había ambulancias que llevaban 24 horas sin poder ingresar con los pacientes, por lo que los operadores tocaron sus sirenas para protestar por la demora en la atención.
Pero mientras los sonidos del caos se escuchaban a las afueras del hospital, ubicado en una de las comunas más vulnerables de la capital, las notas del violín de Damaris trataban de transmitir calma dentro del servicio de urgencias.
Silva recuerda que entró a la sala y el caos se detuvo por un momento y fue reemplazado por las sonrisas de algunos pacientes, algunas lágrimas, y la mirada atenta del personal médico que tomaba fuerzas para continuar una labor que no daba espera.
“Ese día estaba de cumpleaños nuestra jefa de servicio y queríamos darle una sorpresa. Ella se emocionó mucho, sus lágrimas cayeron y se produjo un ambiente muy especial: todos en silencio escuchando la melodía del violín. En la tarde fui a urgencias, que fue el primer sitio donde toqué para los pacientes”, relata la enfermera.
Las reacciones de los enfermos conmovieron a la joven de 26 años, quien, desde ese día, decidió que sacaría tiempo dos veces a la semana para ir a tocar al terminar su turno de ocho horas. “Son pacientes que llevan semanas hospitalizados. Por eso, cada vez que paso, es una alegría para ellos. Lo demuestran con sus sonrisas, con sus aplausos, otros se colocan la mano en el pecho agradeciéndome. Muchas veces estamos separados por un vidrio, pero puedo sentir su agradecimiento”.
Damaris Silva no toca solo para pacientes con COVID-19, sino que cuando acaba su turno recorre las distintas secciones del hospital, como urgencias o cirugía, en busca de enfermos a los que pueda llevarles sosiego a través de sus recitales, que duran aproximadamente una hora.
Vocación y fe: los pilares de su música
La mítica escena de la película Titanic en la que los músicos deciden seguir tocando hasta que el barco se hunde se recrea muchas veces en la mente de esta enfermera, cuya vocación ha hecho que alterne su labor médica con la música, en momentos en los que decenas de personas mueren a diario en Chile a causa del coronavirus.
“Uno se pone en el lugar y es como el Titanic: hay muchos que están partiendo, que ese violín fue lo último que escucharon durante sus vidas. Por eso siempre que toco intento dar lo mejor de mí, trato de transmitirles con la mirada fortaleza, ya sea para que mejoren o para que se vayan tranquilos con Dios”, cuenta.
Su fe religiosa ha sido uno de los motores de la labor que inició a finales de mayo y que implica alternar la música con su trabajo en el área de insumos médicos y medicamentos, a lo que la pandemia ha sumado varios turnos extras para apoyar en la atención a pacientes.
“Todos tenemos temor y miedo, pero lo que me ha ayudado en estos momentos es mi fe. Cada vez que entro a un turno mi confianza está puesta en Dios y tengo la confianza de que todo va a salir bien”.
Damaris además es madre de dos hijos que quedan al cuidado de su esposo mientras ella cumple con su trabajo y comparte un talento que cultiva desde que tenía 12 años, ya que viene de una familia en la que todos tocan algún instrumento o cantan. Incluso en algún momento pensó en estudiar música, pero eso cambió cuando su abuela se enfermó de cáncer.
“Vivimos con ella el proceso de las quimioterapias y eso me llevó a querer ser técnico en enfermería y poder ayudar a alguien más, porque para estudiar esta carrera hay que tener vocación. Muchos ven los pacientes como parte de su trabajo, pero no empatizan con ellos”, señaló a la Agencia Anadolu.
Ver también: Eva, la robot que ayuda a los médicos en Chile durante la pandemia de COVID-19
La empatía es lo que hace que esta técnica en enfermería que perteneció a la Orquesta Sinfónica de Talagante se pasee por los pasillos con su violín Etinger llevando un momento de distracción con un repertorio que incluye desde canciones cristianas y folclor chileno hasta éxitos del pop latino como Tabaco y Chanel.
La historia de Damaris ha sido retratada por medios y agencias de noticias de España, Francia y otros países hasta llegar a la prestigiosa revista estadounidense Time, que publicó su foto en redes sociales destacando la labor que cumple en un país en el que ya son casi 9.000 los fallecidos por el coronavirus. Sin embargo, este reconocimiento mundial no la trasnocha, ya que asegura que ella solo es “un instrumento de Dios”.