Chapecoense resurge en el fútbol de Brasil, cinco años después del accidente aéreo que marcó su historia
El club del sur del país vuelve a la primera división del fútbol sin olvidar a los 71 integrantes del equipo y su delegación que perdieron la vida en la tragedia ocurrida en Colombia y en medio de una crisis económica que persiste.
Brasil
Por: Federico Cornali
Es el minuto 51 del segundo tiempo y Anselmo Ramón, goleador de la Asociación Chapecoense de Fútbol, o simplemente Chapecoense, se para frente al portero de Confiança para definir, mediante tiro penal, el título de la Serie B del campeonato brasileño. Con sutileza, el delantero convierte en la última jugada del partido y, por diferencia de tantos sobre el América de Minas Gerais, le da al club del estado de Santa Catarina su primer título nacional.
El juego del 29 de enero terminó 3 a 1 a favor del equipo de la ciudad de Chapecó, al sur de Brasil. El capitán del equipo, Alan Ruschel, uno de los seis sobrevivientes de la tragedia aérea ocurrida que se cobró la vida de 71 integrantes de la delegación el 28 de noviembre de 2016 en Colombia, es el encargado de levantar el trofeo; desde abajo del escenario, aplaude y se emociona el exdefensor Neto, quien también salió vivo del impacto y, aunque intentó volver a jugar, se retiró en 2019 para ocupar el cargo de Superintendente del fútbol profesional del club.
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“Quiero agradecerle a Dios por la oportunidad. No fue fácil todo lo que enfrentamos para lograr este ascenso. Pasamos ocho meses sin cobrar. No sé si me voy a quedar, por eso esta era mi chance de conquistar un nuevo título con el club y estoy feliz de haber dejado grabado una vez más mi nombre en la historia de Chapecoense”, dijo Ruschel poco después de recibir la copa. Días después se confirmó que será transferido a Cruzeiro, de Belo Horizonte, un club con mucha historia que lucha por volver a primera división tras su primer año en categorías de ascenso.
“Esta gente sufrió mucho, sufrimos todos junto a los familiares de los que se fueron. Después de la tragedia, muchos pensaron que sería el final de Chapecoense, pero todavía teníamos fuerza. Ahora vivimos esta alegría tremenda y quiero dedicar este título a todas las familias y a los compañeros que perdimos en Colombia”, recordó emocionado Neto. El vuelo 2933 de aerolínea LaMia que se estrelló en Cerro Gordo, una colina ubicada en La Unión, a cinco minutos del aeropuerto José María Córdova, de la ciudad colombiana de Medellín, marcó para siempre la historia de los sobrevivientes, de los familiares de los fallecidos, de un club y de toda una ciudad.
Entre los gigantes del fútbol brasileño
Aquella fatídica noche puso en suspenso el sueño de Chapecoense, un club pequeño del oeste de Santa Catarina, un tanto alejado de las famosas playas del estado. En menos de una década, la institución había escalado desde la Serie D (cuarta división del fútbol brasileño) a la elite, donde rápidamente se hizo lugar entre gigantes como Flamengo, Sao Paulo, Corinthians y Palmeiras, entre otros. Debido a su carácter de “cenicienta” en la Serie A y al carisma de su elenco, se convirtió en el equipo más querido del país. Ajenos a la simpatía de los hinchas de otros clubes, a Chape (la Chape, aquí se la conoce en femenino) no solo consiguió el objetivo principal de mantenerse en primera división sino que además logró clasificarse por primera vez a una competencia internacional, la Copa Sudamericana de 2016.
En ese certamen, Chapecoense sorprendió a rivales de la talla de Independiente de Argentina, Junior (Colombia) y San Lorenzo (Argentina), a quien eliminó en semifinales. La final de ida, ante Atlético Nacional de Medellín, debía disputarse el 30 de noviembre en el estadio Atanasio Girardot. Sin embargo, no hubo decisión y sí mucho dolor. Además del pedido del conjunto paisa a la Conmebol para que reconociera al equipo brasileño como campeón de la Copa, los simpatizantes del 'verdolaga' llenaron su cancha justo a la hora del juego para homenajear a las víctimas; una semana después, en el horario que debía disputarse el partido de vuelta, los seguidores de la Chape hicieron lo mismo en el Arena Condá.
Fueron varios días de luto, meses inclusive. Familias enteras destrozadas. Entre los poco más de 200.000 habitantes que tiene Chapecó, era difícil encontrar personas que no tuvieran conocidos entre las víctimas (futbolistas, miembros del cuerpo técnico, dirigentes, periodistas e invitados) del vuelo de LaMia. El estadio, Arena Condá -llamado así en homenaje a Vitorino Condá, un importante líder indígena del Pueblo Kaingang- está en el corazón de la ciudad, rodeado por oficinas municipales, establecimientos educativos y tiendas que venden merchandising del club, su gran orgullo. Los lugareños usan las inmediaciones del recinto verde para hacer deportes, pasear en familia y socializar de todas las formas posibles.
Lo cierto es que de un momento al otro, Chapecoense no tenía casi futbolistas profesionales ni entrenadores capacitados, y apenas restaban un puñado de dirigentes para sacar adelante al club. Enero de 2017 fue el momento de la primera reconstrucción. Hubo que armar una nueva comisión, con otros profesionales. Desde Sao Paulo, Río de Janeiro y Porto Alegre, entre otros estados, clubes como Corinthians, Flamengo e Internacional se pusieron a disposición para ofrecerle al Indio algunos jugadores a préstamo, sin cargo.
“Necesitamos entre 25 y 30 futbolistas, porque disputaremos siete torneos, entre copas internacionales y nacionales. Es un desafío para la comunidad de Chapecó entera reestructurar en 15 días un club que tardó años en levantarse”, dijo Rui Costa, que en aquel momento había asumido como Director de Fútbol, un enorme desafío.
Ver también: Los accidentes de avión más trágicos de los últimos añosLa falta de tiempo para plantar un equipo competitivo en cancha fue uno de los factores que pusieron a la renovada dirigencia del club en aprietos; además, los familiares de las víctimas comenzaron a reclamar la falta de contención por parte de la asociación. “Hubo errores al comienzo, pero es normal porque nadie estaba preparado para eso. Quienes llegaron al club lo hicieron de corazón abierto, porque saben lo que significa para la ciudad, pero también entendí los reclamos”, recuerda Sirli Freitas, quien perdió a su marido, Cleberson Silva, exvocero de prensa de Chapecoense en aquel vuelo. “Poco después, me invitaron a formar parte de la comunicación del club, donde trabajaba Cleberson, y me sentí abrazada”, explica la madre de Pedro, Mariana (ambos los tuvo con Cleberson) y Francisco (de su nueva relación, con Jandir).
Los primeros días no fueron fáciles. “Recuerdo que llegaba a casa destruida después de trabajar y solo quería tirarme en el sofá a llorar; pero no podía hacerlo, necesitaba poner mi mejor sonrisa para mis hijos porque yo era la única seguridad de ellos después de que perdieron al papá”, dice Freitas, recapitulando aquel regreso a una normalidad que no era tal.
Actualmente, la fotógrafa y periodista reparte su tiempo entre sus momentos con Pedro, Mariana, Francisco y Jandir y su trabajo en la producción de documentales; y claro, continúa colaborando con el club de la ciudad, que es “como una familia”.
A pesar de los cambios abruptos, Chapecoense se mantuvo en primera división durante dos temporadas, pero no pudo evitar el descenso a la Serie B en 2019. La salida de varios de sus mejores jugadores y cierta desorganización entre los dirigentes, puso al club catarinense entre los principales candidatos para descender, casi sin escalas, a la Serie C (tercera). Sin embargo, en silencio, el club volvió a reacomodar sus piezas, puso los pies sobre la tierra y, sin grandes estrellas ni el cartel de candidato, se hizo sólido en base a su defensa casi infranqueable, que le permitió regresar a la Serie A (primera división) del Campeonato Brasileño, aún a falta de tres fechas para el final del torneo de la Serie B.
El anhelado regreso a la Serie A
“Desde el principio de la campaña, sabíamos que el secreto para salir victoriosos de la Serie B sería tener una defensa confiable e intentar hacer un juego simple. Es un torneo donde no hay demasiadas oportunidades de gol, y las que aparecen hay que aprovecharlas. Con esa idea clara, todos ganamos confianza para devolver a Chapecoense al lugar que merece estar, que es la primera división del fútbol brasileño. Sabemos lo que significa eso para toda la ciudad”, contó Felipe Santana, defensor de 34 años, quien estaba retirado del fútbol profesional cuando fue contactado por el club para retornar a la actividad.
El regreso a la Serie A es un alivio para Chapecoense, no solo por el prestigio del club, sino por las finanzas. Desde la tragedia de 2016, la institución vive inmersa en deudas, y el campeonato de segunda división le reportó “solo” 8 millones de reales anuales en derechos de transmisión, el principal ingreso de los clubes brasileños. En la Serie A, el Grupo Globo, responsable por la emisión de los encuentros de primera división, reparte 1,1 billones de reales entre los 20 equipos, dependiendo de las variables como partidos transmitidos por TV abierta, pay-per-view y ubicación final en el campeonato.
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El equipo catarinense necesita recaudar, como sea. Sus deudas actuales superan los 82 millones de reales, lo que le reporta problemas para mantener los salarios de los jugadores al día. Además, el club del sur brasileño aún está pagando los acuerdos por más de 39 millones de reales con las familias de los fallecidos en el vuelo de LaMia. Como si todo esto fuera poco, a finales de 2020, el presidente de la institución, Paulo Magro, de 59 años, murió tras haberse contagiado con la COVID-19. Hasta su fallecimiento, el dirigente estaba encargado de sanear las cuentas del club, una misión que pasó a manos de Gilson Sbeghen, quien asumió la presidencia del Verde de Oeste el pasado 4 de enero.
Los sobrevivientes en busca de un sueño
“Tenemos que seguir el trabajo que se estaba haciendo, con cautela y con los pies sobre la tierra. Los problemas económicos siguen ahí. Tenemos que trabajar con austeridad”, dijo Sbeghen, quien continuará al frente de Chapecoense hasta las elecciones que se llevarán a cabo al final del año corriente. El nuevo presidente sabe de la importancia vital del “trío del fútbol” que integran Mano Dal Piva, André Martins y Neto, vicepresidente, coordinador y superintendente del Fútbol Profesional del club, respectivamente, quienes en épocas de “vacas flacas” se las arreglaron para montar un equipo competitivo buscando refuerzos donde otros hacían sus descartes.
Más allá de la enorme capacidad de gestión de Dal Piva y Martins, es Neto, sobreviviente de la tragedia, quien atrae las miradas y abre las puertas del diálogo con futbolistas que, si otro fuese el intermediario, ni siquiera se molestarían en entablar conversaciones con un club envuelto en deudas.
“Me pasa una película completa por la cabeza. Si ustedes supieran la situación en la que encontramos el club el año pasado… y alcanzar este ascenso, con este grupo, quedará para la historia”, les dijo Neto a los jugadores, emocionado, tras el campeonato de la Serie B. “Me hicieron vivir días memorables, soy un hombre realizado. Después de todo lo que pasamos, esto es un sueño hecho realidad”, agregó, dejando entre lágrimas a todo un vestuario, poco antes de la caravana que paseó en autobús al equipo campeón por toda la ciudad, de cara a un pueblo que resurge una vez más.