#SoyMujerSomosCambio, la nueva consigna de lucha de las excombatientes en Colombia

Por: Maria Paula Triviño

De los 12.642 exintegrantes de las Farc-EP que adelantan su proceso de reincorporación a la sociedad, 3.072 son mujeres. Aunque la guerra no distingue entre género, para ellas vivir, parir y criar en el monte fue un reto adicional al de sobrevivir.

Emilce Flórez ingresó a las filas de las FARC con 13 años. Le preguntaron cuántos años tenía, pero ella mintió. Dijo que 15 para que la dejaran entrar, como si dos años hicieran la diferencia entre la vida y la muerte. Ella vivía con una tía y quería estudiar, pero no tenía los recursos y las ideas de luchar a favor de la gente pobre la animaron a unirse a las filas.

Emilce hizo parte de varios frentes de la organización subversiva, caminó largas noches por la selva mientras el Ejército los perseguía y le pidió al comando que le asignaran labores diferentes al combate. Así, se formó como enfermera y mientras pasaban los años en el monte, logró uno de sus más grandes sueños: ser mamá. 

Sus tres hijos nacieron en medio de la selva después de que se fajara durante meses para que la panza no tomara su forma, ya que habían estrictas órdenes de someterse a abortos en caso de embarazo.

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A su hija mayor que nació en 2009 y a su hijo Julian, que nació en 2014, los persiguió desde recién nacidos el látigo de la guerra. Sin embargo, a la menor de la familia que llegó en 2016 en medio de la firma del Acuerdo de Paz con el Gobierno colombiano, la escoltó el propio Ejército que en ese momento custodió a los excombatientes y a sus familias a través de largas caminatas que documentaron los medios internacionales hacia los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación o ETCR.

“A mi hija mayor se la llevaron al Putumayo a la casa de su abuela paterna después de 11 días de nacida. A Julián, el del medio, me lo quitaron a los 10 días de nacido porque lo llevamos a Villavicencio para que lo atendiera un médico y como yo no tenía papeles, el Bienestar Familiar me lo quitó”, recordó Emilce desde el ETCR La Guajira, en Mesetas, departamento del Meta.

“Mi única esperanza era que hubiera paz para yo poder recuperarlos. Después de la firma del Acuerdo, nos trajeron a los puntos de reincorporación y yo no tenía recursos para salir a buscar a mis hijos. Yo luché para que me dieran la cédula, y me preocupaba mucho Julián porque el Bienestar Familiar me decía que lo iban a entregar en adopción”.

Finalmente, Emilce consiguió dinero prestado y atravesó medio país para encontrar a sus dos hijos mayores. “Fue una felicidad muy grande a pesar de que no pude pasar junto a mi hija mayor, gran parte de su niñez”.

Hoy Emilce vive con sus tres hijos y hace parte de un proyecto productivo de calzado en Villavicencio, mientras atiende una miscelánea dentro del ETCR. 

En 2019 fue una de las 80 mujeres excombatientes que participó en el proceso comunitario realizado por la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) y el British Council para empoderar a mujeres y hombres que pertenecieron a las Farc y a quienes viven en comunidades cercanas a donde se adelanta el proceso de reincorporación.

Su historia junto a la de decenas de mujeres fueron compartidas esta semana por redes sociales durante el lanzamiento de la campaña #SoyMujerSomosCambio, que busca visibilizar los rostros de las personas que están accediendo a procesos de enfoque de género en medio de la implementación del Acuerdo de Paz. 

“Esta iniciativa es producto de una integración comunitaria que se hizo en 10 municipios de nueve departamentos del país, en la que participaron 340 personas”, dijo Alicia Rueda, directora de asuntos Mujer y género, víctimas y etnias de la Consejería Presidencial para la Estabilización y la Consolidación, que coordina la implementación de la paz en los 170 territorios más afectados por la violencia y la pobreza.

Las capacitaciones con enfoque de género en temas de reconciliación, participación y derechos sexuales y reproductivos, entre otros, estuvieron guiadas bajo la metodología en liderazgo social ‘Active Citizens’, que el British Council ha implementado en 77 países. Además, se pusieron en marcha proyectos productivos, sociales y culturales en beneficio de las comunidades.

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“Las mujeres dentro de los ETCR afrontan grandes retos, tienen una doble estigmatización por ser mujeres y por ser excombatientes. Con estos procesos de interacción comunitaria se busca enseñarles a las comunidades que, tanto hombres como mujeres, tienen las mismas capacidades y cómo deben empoderarse para evitar los típicos roles de género”, señala Rueda.

Para Emilce, lo más duro del proceso fue encontrarse en dichos talleres con las personas de las comunidades que fueron víctimas de las Farc. “Al principio daba un poco de miedo y tristeza ver a las personas y saber que pudieron ser víctimas de la organización. Pero después empezamos a intercambiar ideas y se fue formando un lazo muy especial”.

A marzo de 2020, 1.034 mujeres en proceso de reincorporación se encontraban vinculadas en proyectos productivos colectivos e individuales aprobados.

“Es muy importante que las mujeres nos apoyemos y nos unamos porque somos capaces de salir adelante”, sentencia Emilce.

Para conocer otras historias dentro de las comunidades, ingrese a: http://aliados.semana.com/soy-mujer-somos-cambio/historias.html