Aventureros españoles se quedaron varados con su barco en Chile a causa del coronavirus
El capitán Pedro Jiménez estaba preparado para los fuertes vientos y las tormentas, pero nunca imaginó que se desataría una pandemia en medio de su vuelta al mundo.
SANTIAGO, Chile
Por: Andrea Aguilar Córdoba
Copérnico y Doblón eran los nombres de las discotecas que tenía, en el centro de Madrid, el empresario Pedro Jiménez. Sin embargo, desde hace año y medio ambos nombres se conjugaron para bautizar a la embarcación con la que dejó su vida atrás y comenzó a darle la vuelta al mundo, sin sospechar que una pandemia se atravesaría en su recorrido.
Jiménez zarpó con su velero desde la ciudad de Valencia en enero del 2019 en un trayecto que lo llevó a cruzar el Océano Atlántico hasta llegar a Sudamérica. Navegó, según sus planes, por Brasil, Uruguay, Argentina, la Patagonia, pero, al llegar a Chile, la COVID-19 detuvo los motores de su barco.
“La pandemia ha empezado a perseguirme. Entramos en Puerto Williams el 7 de marzo y el coronavirus estaba aún en Europa, no había llegado con tanta fuerza a América. Pensábamos que eso era una gripe y que aquí a Chile, en esta zona en el sur del mundo, no iba a llegar”, señala Jiménez a la Agencia Anadolu.
Sin embargo, al llegar a Puerto Natales empezaron a tener problemas y restricciones, y en Puerto Edén no les permitieron bajar a tierra.“Ya no nos dejaron bajar del barco, nos hicieron una prueba de temperatura y un pasaporte sanitario y cuando llegamos a Chiloé nos dijeron que estaba el puerto cerrado y que no nos admitían en la isla, así que seguimos navegando hasta llegar a Valparaíso”, relata el aventurero.
La ciudad porteña es relativamente cercana al aeropuerto internacional de Santiago, y allí se quedó hasta que los tripulantes que debían volver a Europa pudieron tomar sus vuelos de regreso. Pero no todos decidieron dejar el barco: Mónica García, abogada de profesión pero navegante y buzo por vocación, se quedó a bordo porque su viaje terminaba en Castro, una de las regiones más australes de Chile.
“En los puertos nos han ayudado a abastecernos. Cuando no nos dejaban desembarcar en Puerto Natales, la Armada nos dejó desembarcar de dos en dos y por tiempo limitado para poder compra víveres y gasolina, aunque el barco es bastante autosuficiente”, cuenta García a la Agencia Anadolu.
Aunque, durante el viaje, Jiménez ha ido cambiando de compañeros gracias al poder de las redes sociales en las que documenta su aventura y consigue que otros trotamundos se unan desde distintos países, en Río de Janeiro adoptó a un perro al que le puso Alegría y que ahora hace parte de la tripulación permanente del barco. “Era el último que quedaba, tenía un poquito de sarna, pero me lo llevé y se ha hecho marinero. Ahora está sano y feliz. Al principio se mareaba pero ahora se dedica a buscar ballenas, delfines y lobos marinos”.
Y es que desde hace 25 años su lema había sido “¡Alegría, marineros!”, y asegura que es una frase que lo ayuda a conservar el optimismo, incluso teniendo el agua al cuello o en medio de la pandemia que, aunque ha retrasado su recorrido por el mundo, asegura que le ha dejado lecciones valiosas.
“Nos está enseñando que no necesitamos ni la mitad de lo que necesitábamos antes y a tener convivencia con los cercanos, todo el mundo está con su familia. Yo estoy con mis tripulantes. Antes vivía como un esclavo, para trabajar, trabajar y trabajar. No me arrepiento en lo absoluto, no sabría cómo volver a mi vida anterior”, confiesa Jiménez desde la embarcación que, actualmente, se encuentra en las aguas de la sureña ciudad de Valdivia.
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Pedro y Mónica tienen en común haber dejado sus vidas en tierra para dedicarse a navegar, aunque sus planes tras la pandemia son bastante distintos. Mientras él continuará su expedición hacia la Antártica y no tiene anhelo por retornar a su país, ella quiere volver a España lo antes posible.
“No esperábamos que fueran tan enormes las consecuencias porque estábamos navegando sin conexión a internet y no teníamos conocimiento de lo que pasaba fuera del barco. Estoy buscando ahora mismo vuelo a España pero es bastante complicado, me imagino que seguirán reabriendo las fronteras poco a poco y podré volver en algún momento”, afirmó García a la Agencia Anadolu.
Jiménez asegura que el Copérnico Doblón volverá a España luego de 10 o 15 años de haber recorrido el mundo. Por el momento, se quedará en aguas chilenas hasta noviembre y luego emprenderá el rumbo hacia la Antártida, el único lugar del planeta en donde aún no se registran casos de COVID-19.
“Uno piensa que se va a navegar, que va a ser el tío más libre del mundo y que hace lo que quiere, y de repente ha llegado este bicho y no puedes salir, tienes que limpiarlo todo, tienes que ir con mascarilla y, como eres extranjero, la gente te mira como si fueras el portador del coronavirus”, concluye Jiménez con algo de amargura.
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