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Consumo de drogas entre niños bangladesíes llega a niveles alarmantes

Más de 2,5 millones de niños en Bangladés son adictos a las drogas, según la Asociación para la Prevención del Abuso de Drogas

Sorwar Alam  | 05.01.2018 - Actualızacıón : 06.01.2018
Consumo de drogas entre niños bangladesíes llega a niveles alarmantes Un niño inhalando pegamento, la droga predilecta de la mayoría de niños que viven en las calles de calles de Daca, Bangladés. (Sorwar Alam - Agencia Anadolu)

Dhaka

No hay nada más trágico que ver a un niño que pierde su vida sumergido en las drogas. Y aun así, esto se ha convertido en una imagen recurrente en la capital bangladesí en donde la mayoría de las personas se han acostumbrado a tener esta tragedia creciente en frente de sus ojos y sencillamente la ignoran.

Milon, de 12 años, es uno de los muchos niños que viven en las duras calles de Daca. Cuando la Agencia Anadolu lo encontró, él estaba inhalando pegamento, la droga predilecta de la mayoría de menores, en el andén de una concurrida carretera.

Estaba en compañía de otros tres niños. Todo parecía indicar que estaban disfrutando de la tóxica sustancia, pero las apariencias pueden ser engañosas.

El pequeño relató que habían pasado ya cuatro años desde que abandonó su hogar, cuando la vida en su casa se había vuelto insoportable después de que su padre murió y su madre se volvió a casar.

“Yo no le agradaba a mi padrastro, me pegaba todos los días. Después me fui de casa y empecé a vivir en las calles”, recordó Milon.

Actualmente vive como recolector de papel y plástico que encuentra en la basura. Todo el dinero que gana con tanto esfuerzo lo destina para alimentar su adicción.

Millones de adictos

De acuerdo con el director de la Asociación para la Prevención del Abuso de Drogas, Arup Ratan Chaudhury, se estima que más de 2,5 millones de niños en Bangladés son adictos a las drogas.

Los niños que viven en las calles, unos 3,4 millones, son los blancos principales de los traficantes de droga.

El Foro por los Derechos de los Niños de Bangladés (BSAF) proyectó que el 85% de los niños que viven en la calle en el país están sufriendo de abuso de drogas.

La organización no gubernamental establecida en Daca afirmó que el 19% de estos niños usan heroína, el 28% consumen pastas y otro 8% se inyectan drogas.

El BSAF agregó que el cannabis, la heroína, las pastillas estimulantes o para dormir, además de la inhalación de pegamento y gasolina, se encontraban entre las drogas más populares de los niños adictos de Bangladés.

Según indican los datos arrojados por el Departamento de Control de Narcóticos, los niños que tienen entre 8 y 10 años consumen cannabis, cigarrillos y pegamento mientras que los que tienen entre 12 y 18 años toman phensedyl (un compuesto que se encuentra frecuentemente en los jarabes de tos) y heroína.

Las pastillas Yaba – reporta la institución – también son muy populares entre los niños de clase media o media alta.

Los adultos jóvenes también han sido afectados

Cerca del 77% de quienes abusan de las drogas son jóvenes de entre 16 y 35 mientras que un 20% de quienes son actualmente adictos a las drogas en Bangladés, son mujeres.

Babu, de 20 años, mencionó que empezó su vida en las drogas consumiendo marihuana y cigarrillos por invitación de uno de sus amigos.

Ahora es adicto a la heroína e inyecta ese veneno en sus venas cada vez que tiene la posibilidad de hacerlo. A raíz de este dañino hábito, se puede ver una infección que ha afectado sus dos piernas.

El joven dice que hubo un momento de su vida en el que él era el niño consentido de su familia.

“Tengo cuatro hermanas, solía robarles el dinero. Ahora soy un mendigo. El dinero que gano en todo el día [de trabajo] lo uso para mis inyecciones”, explicó Babu, agregando que ya no tiene familia.

“Hoy ya no tengo nada en qué pensar o por lo que trabajar. Consumo esto por satisfacción (…) Sé que no es bueno para mí, pero no puedo vivir sin consumirlo. Es una parte de mi vida”.

Niños como Milon y adultos jóvenes como Babu aseguran que es muy fácil involucrarse en el mundo de las drogas viviendo en las calles. Todos pueden consumir y vender.

Además de la marihuana y la heroína, el phensedyl, las pastillas yaba y otras drogas producidas localmente se pueden adquirir fácilmente.

Otra cosa que tienen en común los niños y los adultos jóvenes adictos es que todos ellos sueñan con tener de nuevo una “vida normal”.

“Yo estoy dispuesto a ir a un centro de rehabilitación, pero nadie viene por nosotros”, lamentó Babu.

Centros de rehabilitación inadecuados

En Daca sencillamente no hay suficientes tratamientos contra las drogas ni centros de rehabilitación. Algunas organizaciones no gubernamentales han querido ayudar en este sentido, pero todas ellas aseguran que el Gobierno necesita hacer mucho más para atacar el monumental problema social.

Nabila Tarannum Khan, jefa consultora y psicóloga clínica de Cabin (un grupo con sede en Tailandia que trabaja para el tratamiento y rehabilitación de adictos a las drogas), urgió al Gobierno a iniciar una campaña que involucre a organizaciones públicas y privadas, escuelas, universidades y a la sociedad civil.

Sultana Jannat Shikha, de la Fundación Bidyanondo, encargada de realizar actividades de educación con niños callejeros, señaló la reticencia del Gobierno para salvar a los niños del abuso de drogas.

De acuerdo con Shikha, en la capital hay algunos sindicatos que controlan a los niños para satisfacer sus propios intereses y los usan para traficar drogas y mendigar. “Con frecuencia tenemos problemas con algunos sindicatos cuando tratamos de salvar a los niños callejeros”.

El director general del Departamento de Control de Narcóticos de Bangladés, Jamal Uddin Ahmed, le indicó. La Agencia Anadolu que el abuso a las drogas ha aumentado desde principios del 2000.

Ahmed dijo que habían cuatro centros de rehabilitación financiados por el Estado, mientras que el número de centros de rehabilitación privados llegaba a un total de 218.

Agregó que el Gobierno se propuso lanzar una campaña en contra del abuso de las drogas entre niños “muy pronto”.

Sin embargo, mientras el Gobierno aún está pensando si tomar este tema con seriedad, niños como Milon y jóvenes como Babu se siguen inyectando veneno en sus cuerpos en las esquinas y calles de la capital. Un mundo de oportunidades y sueños se les escapan de las manos.

*Daniela Mendoza contribuyó en la redacción de esta nota.

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