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Coronavirus: ¿el inicio de sofisticados sistemas de vigilancia a los movimientos de los migrantes?

Los sistemas de monitoreo creados para contener el contagio de COVID-19 han supuesto violaciones a los derechos de los migrantes en nombre de la salud pública.

Camila Fernanda Moreno Camargo  | 15.12.2020 - Actualızacıón : 18.12.2020
Coronavirus: ¿el inicio de sofisticados sistemas de vigilancia a los movimientos de los migrantes? LESBOS, GRECIA - SEPTIEMBRE 26, 2020: Cientos de refugiados son reubicados en un campamento temporal luego de que el refugio de Moria, el mayor campamento de refugiados de Europa, fue destruido por un incendio el pasado 9 de septiembre. (Ayhan Mehmet - Agencia Anadolu)

BOGOTÁ, Colombia

Por: Camila Moreno Camargo

El 9 de diciembre cientos de migrantes hondureños, afectados por las graves inundaciones que dejó el paso de los huracanes Iota y Eta en el país, salieron rumbo a Estados Unidos para buscar un mejor futuro.

A finales de noviembre, 27 venezolanos, entre los que se encontraban 15 niños y un bebé de cuatro meses, duraron 48 horas a la deriva a mar abierto luego de que el Gobierno de Trinidad y Tobago los deportara y los hiciera regresar a Venezuela en un barco pesquero.

Las autoridades españolas rescataron el fin de semana del 14 de noviembre a 1.347 migrantes que intentaban llegar a las Islas Canarias en pequeñas embarcaciones de madera. En esos días el Gobierno dio a conocer que, desde enero hasta las dos primeras semanas de noviembre de 2020, a las Islas Canarias habían llegado más de 17.000 inmigrantes, un número casi 10 veces superior al registrado en todo el 2019.

Estos son apenas algunos ejemplos de que el fenómeno de la migración no ha parado en el mundo a pesar de la pandemia del nuevo coronavirus, declarada como tal por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 11 de marzo de 2020 y que todavía no ha sido controlada.

“Antes de la pandemia estas personas ya estaban corriendo un gran riesgo al cruzar fronteras sin documentos, de lanzarse al mar en botes y cruzar mares. Creo que si las opciones están entre fracasar en tu país o tomar un poco más de riesgo afuera, las personas van a seguir corriendo esos riesgos”, explicó Loren Landau, jefe de Investigación de movilidad humana y política de la diferencia en Sudáfrica, en el Centro Africano para la Migración y la Sociedad de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo.

De acuerdo con el académico, las personas seguirán migrando a pesar de que las condiciones para llegar al país de destino sean adversas porque sienten que tienen mucho más que perder si se quedan en su tierra.

Cerrar las fronteras a los viajeros del exterior

Una de las primeras decisiones que tomaron la mayoría de los países del mundo para contener la pandemia de la COVID-19 fue cerrar las fronteras terrestres, aéreas y marítimas para evitar que el virus se siguiera propagando por su territorio por la llegada de personas contagiadas desde el extranjero.

“Obviamente cuando hay crímenes o cuando hay enfermedad, incluso antes de la pandemia, las personas rechazan a los migrantes, es la historia de la xenofobia. En Sudáfrica se culpa a los migrantes por traer el VIH, la malaria y por el crimen. En EEUU han tenido un discurso parecido”, aclaró Landau.

Pero la pandemia obligó incluso a cerrar fronteras internas en los países y que muchas veces se impidiera el paso entre regiones. Los Gobiernos aprendieron de la mala experiencia de Italia, donde el 8 de marzo el presidente Giuseppe Conte anunció que iba a poner el norte del país en cuarentena debido a la alta tasa de contagios, pues en menos de un mes (entre el 18 de febrero y la fecha de la declaración del mandatario) el país ya tenía 7.375 contagiados y 366 fallecidos concentrados en su mayoría en las regiones italianas del norte.

Sin embargo, el borrador del decreto se filtró a los medios el día anterior, por lo que muchas personas se apresuraron a viajar hacia el sur del país antes de que la cuarentena estricta les prohibiera hacerlo. De manera inevitable, esta movilización masiva de ciudadanos llevó el virus hacia el sur italiano sin que se tuviera un control de quiénes eran los contagiados y con quiénes habían tenido contacto. Por esos días todavía no era obligatorio el uso del tapabocas.

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Esto llevó a que muchos Gobiernos, nacionales y locales, crearan mecanismos de rastreo de movilización para saber el estado de salud de los ciudadanos y monitorear la localización del virus en sus territorios.

“Creo que en el largo plazo los impactos de la pandemia en la migración van a ser más preocupantes, porque se ha aumentado la vigilancia en el movimiento a lo largo de África y en Oriente Medio. Los europeos ya estaban invirtiendo muy fuertemente en tecnología para rastrear gente que podría movilizarse desde África. Con el coronavirus ahora hay una gran cantidad de información generada desde la población y en los esfuerzos para controlar la movilidad se pueden argumentar razones de salud pública”, comentó el profesor Landau en entrevista con la Agencia Anadolu.

La pandemia, la excusa para rastrear migrantes​​​​​​​

“Lo que se ve es que esos sistemas se están integrando”, dijo el académico al hacer referencia a los sistemas de monitoreo de comportamiento del virus y a los de rastreo de migrantes. “Entonces tienes a la Unión Europea o a Estados Unidos obteniendo una enorme cantidad de información y, mucha más ahora, sobre los migrantes. Estamos viendo un aumento en la inversión por parte de los Gobiernos en restricciones a la movilidad y ahora, en lugar de decir que son racistas o xenófobos, todo esto se puede hacer en nombre de la salud pública”.

De acuerdo con el profesor Landau, la pandemia y la necesidad de controlar la migración han llevado a que los Gobiernos utilicen la tecnología de una forma nunca antes vista: “En algunos lugares se está recolectando biodata; por ejemplo, en los campos en Jordania han utilizado escáneres de ojos para que la gente pueda acceder a los servicios de salud o de alimentación. Según ellos, esa información es utilizada como documento de identificación para reducir la corrupción; pero esa información se transfiere a una gran base de datos a la que los europeos tienen acceso en cualquier momento, entonces cuando los migrantes estén en un aeropuerto o un puerto ellos pueden escanear tus ojos y saber exactamente de dónde eres”.

Si bien los sistemas de rastreo de migrantes se empezaron a utilizar antes de la pandemia, estos cobraron auge por la necesidad de identificar a quienes estuvieron expuestos al nuevo coronavirus, monitorear su salud, ponerlos en cuarentena y, de esta manera, desacelerar el contagio.

“Cada vez hay más pruebas de que la recopilación, uso, difusión y procesamiento de datos pueden ayudar a limitar la propagación del virus y a acelerar la recuperación, especialmente mediante la localización digital de contactos. Los datos de movilidad obtenidos a partir del uso que hacen las personas de teléfonos móviles, correos electrónicos, cuentas bancarias, redes sociales y servicios postales, por ejemplo, pueden ayudar a controlar la propagación del virus y a realizar las actividades contempladas en los mandatos de las Organizaciones del Sistema de las Naciones Unidas”, explica la OMS en su página web.

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Sin embargo, la OMS también alerta sobre el hecho de que “entre los datos así recopilados y procesados, incluidos aquellos utilizados para la localización digital de contactos o la vigilancia general de la salud, pueden figurar grandes cantidades de datos confidenciales personales y no personales. Esto podría tener consecuencias importantes más allá de la fase inicial de respuesta a la crisis. Por ejemplo, si esas medidas se aplicasen para fines no directa o específicamente relacionados con la respuesta a la COVID-19, podrían conducir a violaciones de libertades y derechos humanos fundamentales. Ese problema es especialmente acuciante si algunas de las medidas de emergencia introducidas para hacer frente a la pandemia, como la localización digital de contactos, se convierten en una práctica habitual”.

Frente a los temores de la OMS, Landau aseguró que la información recolectada sobre los migrantes “se está utilizando de manera no ética por la Unión Europea y los Estados Unidos, ellos están tratando de regular la movilidad humana incluso lejos de sus fronteras. Es el caso de Estados Unidos en Centroamérica y la Unión Europea a lo largo de Oriente Medio y África”.

“Ellos están muy orgullosos realmente, de usar esta información como una forma de interceptar a la gente, prediciendo sus movimientos, antes de que lleguen a sus fronteras. Entonces han invertido grandes sumas de dinero en tecnología para rastrear a estas personas. Por ejemplo, la Unión Europea tiene un programa para lo que ellos llaman un enjambre de drones autónomos que vuele sobre el Mediterráneo y rastree todos estos movimientos”, agregó el académico sudafricano.

El profesor se refiere al Proyecto Roborder, el cual “tiene por objeto desarrollar y demostrar un sistema de vigilancia fronteriza autónomo y plenamente funcional con robots móviles no tripulados, incluidos vehículos aéreos, acuáticos, submarinos y terrestres, que incorporarán sensores multimodales como parte de una red interoperable”, de acuerdo con la página de internet del proyecto.

Para Landau, “el hecho de que intercepten a los migrantes antes de que lleguen a su destino final significa que los migrantes se están quedando atascados en lugares en los que ellos no quieren estar. Por ejemplo, las personas que quieren llegar a los EEUU desde Centroamérica o Suramérica pueden quedar atrapados a veces en México y otras veces en países más al sur. No es ético que los retengan allí en quién sabe qué tipo de condiciones sin que tengan un conocimiento claro de qué les va a pasar en el futuro”.

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