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El coronavirus ¿una nueva oportunidad para la Amazonía?

Ecuador propuso construir una agenda ambiental entre los países suscriptores del Pacto de Leticia para enfrentar el escenario que surja tras el COVID-19.

Susana Patricia Noguera Montoya  | 06.05.2020 - Actualızacıón : 09.05.2020
El coronavirus ¿una nueva oportunidad para la Amazonía? El área de bosque de la Amazonía colombiana es de 39,9 millones de hectáreas y, según cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), presenta una tasa de deforestación anual de 82.883 hectáreas por año. (Juancho Torres - Agencia Anadolu)

Cundinamarca

Por: Susana Noguera Montoya.

El Ministerio del Ambiente y Agua de Ecuador anunció que impulsará la construcción conjunta de una agenda ambiental entre los países suscriptores del Pacto de Leticia para enfrentar el escenario que surja tras la crisis del COVID-19.

La agenda regional podría ser construida por Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, Brasil, Surinam y Guyana, países que firmaron el pacto. Se enfocaría en la “reactivación productiva sostenible y el fomento de la bioeconomía”, según informó el ministerio en una declaración oficial el 14 de abril.

La vida en Leticia y el Amazonas colombiano

Barcos y casas flotantes se ven en las orillas del río Amazonas en Leticia, Colombia, el 23 de febrero de 2019. Miles de turistas de diferentes regiones del mundo viajan a América Latina para aprender un poco sobre lo natural, cultural e inmensidad social de la cuenca amazónica. Esta región se extiende a lo largo de las fronteras de 9 países donde las culturas indígenas y las especies endémicas sobreviven en las orillas de uno de los ríos más largos y peligrosos del mundo. El imponente río alberga comunidades indígenas, de las que casi nadie en el país conoce. El aislamiento y el olvido marcan su historia, buscan cambiar esta parte trabajando en diferentes proyectos que incluyen el ecoturismo y la inclusión social para los indígenas del área. (Juancho Torres - Agencia Anadolu)

El entonces ministro ecuatoriano Juan DeHowitt enfatizó que esta pandemia es un “llamado de atención” para replantear la importancia que la región le da al cambio climático, a la protección del ambiente y a la conservación de las áreas protegidas en un escenario post COVID-19. Añadió que las agendas de desarrollo de los países de la región son vitales para enfrentar los desafíos posteriores, “tanto sociales como ambientales”.

Una agenda de este tipo sería una herramienta innovadora y podría crear una meta específica entre los países de la región. Pero sobre todo sería una oportunidad para mantener viva la Amazonía.

Martha Isabel Gómez, Phd en Estudios Políticos y docente investigadora de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, explicó que esta iniciativa sería muy importante porque permite darle dinamismo al Pacto de Leticia y promover la integración regional, pero también porque tiene una importancia global por lo estratégica que es esa selva tropical.

“La Amazonía juega un rol fundamental en el mundo y se puede presentar un punto de inflexión en el sistema climático en el cual el ecosistema pase de ser la selva tropical más grande del mundo a una sabana”, explica Gómez.

Las cifras de deforestación respaldan afirmación de la investigadora. En noviembre de 2019 el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil señaló que entre agosto de 2018 y julio de 2019 el país perdió 9.762 kilómetros de vegetación, un aumento de un 29,5% con respecto al mismo periodo del año anterior.

En Colombia la situación no es más alentadora. El área de bosque de la Amazonía colombiana es de 39,9 millones de hectáreas y, según cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), presenta una tasa de deforestación anual de 82.883 hectáreas por año.

En la última década, la Amazonía, que abarca territorios de siete países de América del Sur, ha perdido el equivalente a 8,4 millones de campos de fútbol, es decir, un territorio mayor que Costa Rica, según indicó la organización Royal Statistical Society en diciembre de 2019.

Estas cifras dan un vislumbre de la magnitud del problema de la zona, pero no especifican la pérdida de fauna, la presión sobre los pueblos indígenas, la caza de especies endémicas, la contaminación de los ríos con metales pesados y otros problemas que atentan contra la vida del bioma.

“Supuestamente después del coronavirus vamos a volver a la normalidad. Pero ¿A qué normalidad queremos volver? ¿A una normalidad en la que se deforesta la Amazonía y en la que no se reconocen los territorios colectivos de las comunidades indígenas? Después del COVID-19 ojalá fuera la oportunidad de volver a una normalidad diferente”, dice Gómez.

Ver también: Países del Pacto de Leticia presentaron el plan de acción para proteger la Amazonía

Los ministros de Ecuador y Colombia se comprometieron a seguir trabajando en la implementación del Pacto de Leticia, como punto de partida para la agenda en común frente al COVID-19 y, aunque no han presentando ningún plan específico, la iniciativa podría ser un rayo de esperanza.

Uno de los temas que, indica Gómez, debería ser parte de una eventual agenda regional del Pacto de Leticia sería que todos los países se comprometan a alcanzar una deforestación neta cero y a la protección de las comunidades indígenas que habitan la Amazonía y son guardianas del bioma.

Aunque este escenario sería el ideal, la experta no cree que a corto plazo se concrete un acuerdo de este tipo. “Yo soy muy escéptica porque, por ejemplo, la Comunidad Andina, que tiene a cuatro de los siete países del Pacto de Leticia, no ha logrado todavía tener una estrategia regional para proteger la biodiversidad, sino que tuvieron una iniciativa que se quedó en el papel”, dice.

Gómez señala que ve a los países del Pacto de Leticia más enfocados en conseguir cooperación internacional que en crear unos planes de desarrollo verdaderamente sustentable. “Los países se han unido muy motivados por obtener cooperación internacional, pero no necesariamente un sistema de integración regional donde vayan a cambiar su mercado común, adoptar reglas similares en desarrollo sostenible o una meta común en contra de la deforestación”, dice la investigadora.

La experta teme que los países esperan a que el sistema climático verdaderamente colapse y se empiecen a ver consecuencias planetarias para empezar a tomarse el desarrollo sustentable en serio. “Al volver a la normalidad después del COVID-19 debe haber un cambio en la forma cómo vemos el desarrollo. No puede seguir siendo solo para producir capital”, concluye Gómez.

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