Francisco, el papa del nuevo mundo
Tras la renuncia de Benedicto XVI, un argentino de costumbres sencillas ocupó el trono papal que históricamente fue europeo. Francisco, “el Papa de los pobres”, llegó a dirigir a la iglesia católica con una visión progresista y descentralizada.

BOGOTÁ, Colombia
Jorge Mario vive en la habitación 201 de la casa Santa Marta. Padece de problemas respiratorios y solo conserva un pulmón. Se graduó de ingeniero químico de la escuela Hipólito Yrigoyen a la que siempre llegó en metro. Es hijo de una ama de casa y de un conductor de ferrocarril. Comprende que en la vida se puede cambiar de filiación política, nombre y hasta de religión, pero nunca de colores: ama al equipo de fútbol argentino San Lorenzo de Almagro. Los que no sabían qué significaba austeridad, con él lo entendieron. Tiene un buscador de internet creado por dos feligreses argentinos y es el protagonista de una app infantil. Le gusta Jorge Luis Borges, cenar solo y Dostoievski. No va a restaurantes.
Se apellida Bergoglio y llega a Colombia el miércoles 6 de septiembre de 2017 para sumarse a la historia como el tercer Papa en pisar el país después de Pablo VI, en 1968; y Juan Pablo II en 1986.
El papa Francisco comenzó en 1958 el noviciado en la Compañía de Jesús y se trasladó a vivir a Santiago de Chile, donde ingresó al curso humanístico y profundizó sus estudios de historia, latín, griego y literatura, esta última su gran pasión.
Seis años después regresó a la capital argentina para dedicarse a la docencia de literatura y psicología en el colegio de El Salvador.
A principios de los años setenta, el Papa realizó en Alcalá de Henares, España, la última prueba para convertirse en sacerdote de la Compañía de Jesús (jesuitas).
Entre 1973 y 1979 –época en la que ocurrió el golpe militar de Jorge Rafael Videla contra el gobierno de María Estela Martínez de Perón y que desembocó en una dictadura donde desaparecieron unas 30.000 personas–, la figura de Bergoglio no fue ajena a las críticas por parte de algunos sectores del poder argentino.
Aún es señalado de no oponerse al régimen militar que gobernó a su país en esos tiempos, mientras que medios de comunicación como el periódico Página 12 fueron más vehementes y publicaron una investigación con cinco testimonios que lo tildaban de haber sido un miembro activo en las represiones durante dicho período.
El reportaje aseguraba que dos sacerdotes de la cofradía jesuita fueron entregados a los militares por Bergoglio. El Papa descartó estas acusaciones en un libro autobiográfico.
En febrero de 2001, Juan Pablo II lo ordenó cardenal primado de Argentina, el máximo cargo que un religioso católico puede tener en ese país. Años después, en la presidencia de Néstor Kirchner (2003-2007), fue señalado por el mandatario de ser un religioso dogmático enemigo de los homosexuales.
La legalización del matrimonio del mismo sexo, la marihuana y el aborto, entre otros temas, enfrentaron al entonces cardenal con organizaciones políticas, sociales, de derechos humanos, feministas y LGTB de Argentina.
El cardenal Jorge Bergoglio fue elegido como el Papa 266 en la historia de la Iglesia católica el 13 de marzo de 2013. Escogió el nombre de Francisco y se convirtió en el primer líder del Vaticano de origen suramericano. Desde la muerte del Papa sirio, Gregorio III, en el año 741, no se elegía a un sumo pontífice no europeo.
Desde el primer día, Francisco expresó gestos acordes a su prédica humilde. Tras su designación como santo padre rechazó recibir el rito de obediencia de los cardenales sentado en el trono papal. En la primera aparición ante la multitud de la Plaza de San Pedro eligió sotana, capa corta blanca y zapatos negros de cordones, en vez de muceta (prenda que llega hasta los codos con botones en la parte delantera y que con su presencia ha caído en desuso), roquete y calzado rojo. Llevaba cruz pectoral de plata dorada y no de oro, al igual que el anillo del pescador, que usa eventualmente.
Cambio de tercio en el Vaticano
Francisco inició desde su primer año una reforma anual de la curia que reúne al Gobierno del Vaticano y la Iglesia católica. Designó el G8, un consejo de asesores compuesto por ocho cardenales procedentes de todo el mundo, pero en especial de los países en desarrollo. Así pretende acabar con una visión eurocéntrica que, a su juicio, mantuvo a la institución alejada de los problemas que ocurrían en el resto del mundo. “Los jefes de la Iglesia a menudo han sido narcisistas, adulados por sus cortesanos. La corte es la lepra del papado”, indicó Francisco cuando tomó la decisión.
Otra de las banderas del argentino es la purga a las mafiosas costumbres en las finanzas de la Santa Sede. Para ello creó la Secretaría de Economía del Vaticano –una suerte de Ministerio de Hacienda que vela por la transparencia financiera–, así como un Consejo de Economía formado por ocho eclesiásticos y siete especialistas en materia económica. En octubre de 2013, el Banco Vaticano publicó su primer informe anual en 125 años de historia.
En el pasado se encubrieron actos de corrupción como el de Ettore Gotti Tedeschi, quien fue nombrado presidente del Banco Vaticano y lavó USD 30 millones en 2009.
Francisco contra la pedofilia
El mayor problema que enfrenta Francisco en su papado es la pederastia en la Iglesia católica. Para combatir ese problema, Bergoglio reformó el código penal de la Santa Sede y del Estado Vaticano que amplía los delitos contra menores como la pornografía infantil y el abuso sexual. El decreto papal actualizó esta ley que no se tocaba desde 1929.
Debido a las críticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) frente a los escándalos sexuales con niños, el Papa fundó una comisión para la protección de los niños contra la pedofilia. Fue establecida por el Consejo de Cardenales para reforzar la intención de la Iglesia de afrontar este tema.
La visita de Francisco a Colombia va más allá del frenesí religioso, espiritual, económico y mediático que él genera. Es un envión para una sociedad que, como la Iglesia católica, aceptó su pasado y sabe que la única manera de no repetirse es adoptando nuevos principios. No en vano, el Papa llega a revalidar un momento de transición histórico para los colombianos.