La frágil alianza entre Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos
A pesar de que haya temas de fricción entre los dos países de la península saudita, en especial en la guerra civil de Yemen, sus agendas de política exterior se verían severamente afectadas en caso de una ruptura de su relación bilateral.

OXFORDSHIRE, Inglaterra
Por: Samuel Ramani
Desde el 10 de agosto, el Consejo de Transición del Sur (CTS), una institución ejecutiva que busca la independencia y restauración de la antigua república de Yemen del Sur y que es apoyada por los Emiratos Árabes Unidos (EAU), controla la ciudad de Adén. Si bien Arabia Saudita no tomó medidas militares para frustrar el avance del CTS, sí condenó sus acciones y lanzó ataques aéreos contra sus posiciones en la antigua capital del desaparecido país Yemen del Sur. Esta ofensiva generó una cascada de violencia entre el CTS y las fuerzas leales a Abdrabbuh Mansur Hadi, electo presidente de Yemen y quien es respaldado por los sauditas, y provocó que el gobierno de Hadi pidiera la expulsión de los EAU de la coalición liderada por Arabia Saudita.
Aunque el príncipe heredero de Abu Dabi, la capital de los Emiratos, Mohammed bin Zayed, viajó a Riad, la capital saudita, el 12 de agosto para discutir la crisis en Adén, muchos observadores han expresado su preocupación por una creciente brecha política entre Arabia Saudita y los EAU. La intensidad del altercado es un suceso sin precedentes en la alianza y se debe a las diferencias en los intereses estratégicos en Yemen. Desde que formalizaron la alianza estratégica bilateral para suplantar al Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) en diciembre de 2017, las tensiones entre ambos países han surgido de manera constante.
Los primeros problemas que tuvo la alianza se vieron en enero de 2018, cuando las fuerzas del CTS se enfrentaron con el gobierno yemení en una ofensiva muy intensa en Adén. Estos enfrentamientos ayudaron a consolidar la fuerza militar y política en el sur de Yemen del CTS y reforzó el compromiso de los Emiratos hacia la autonomía del sur. Las tensiones entre Arabia Saudita y EAU alcanzaron un nuevo punto de tensión en mayo de 2018, cuando los Emiratos ocuparon la isla de Socotra. Esta acción obligó a los sauditas a iniciar una intervención diplomática de emergencia en la isla y dejó al descubierto las diferencias entre sus aliados más cercanos, a saber, los Emiratos, el presidente de Yemen, y la rama de la Hermandad Musulmana en Yemen llamada Al-Islah.
En diciembre de 2018, Siria surgió como un nuevo escenario donde se presentarían más diferencias entre sauditas y los EAU, luego de que este último decidiera restaurar las relaciones diplomáticas con el gobierno del presidente sirio, Bashar al-Assad, mientras que los sauditas lo siguen señalando como un gobernante ilegítimo. El cambio de la política de los EAU hacia Siria se debe a una cuestión política frente a sus reservas de la decisión de Arabia Saudita de armar a los grupos rebeldes de Siria, y a una posición económica tras la llegada de una delegación del país a Damasco, la capital de Siria, que reveló el interés de Abu Dabi de invertir en la reconstrucción del país.
Pese a estos puntos de divergencia, la alianza entre estos dos países del Golfo Pérsico pareció fortalecerse en los primeros meses de 2019, cuando recibieron con agrado la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de ejercer máxima presión en contra de Irán y cuando se alarmaron de igual manera tras los levantamientos populares en Argelia y Sudán. No obstante, las convergencias políticas fueron efímeras, pues Arabia Saudita y los EAU apoyan diferentes estrategias para contener a Irán. Mientras los sauditas tienen una estrategia más directa sin importar las tensiones políticas que pueda generar, los Emiratos tienen una aproximación mucho más cautelosa.
Por ejemplo, rechazaron condenar a Irán sobre su presunta participación en el ataque al barco petrolero cerca del emirato de Fuyaira y firmaron un acuerdo de manera unilateral con Teherán sobre seguridad marítima. Pero no solo eso: los EAU también anunciaron un retiro parcial de su intervención en Yemen en julio como una medida de fomento de la confianza para la diplomacia futura con las fuerzas hutíes, un grupo insurgente predominantemente zaidí chiíta que es aliado de Irán. Por su lado, Arabia Saudita continuó con el uso de su fuerza militar en el norte de Yemen.
Para mejorar estas fricciones políticas, los Emiratos se han distanciado públicamente de la conducta de los saudíes, lo que ha agudizado aún más la tensión entre los dos países. En especial, tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en octubre de 2018. Desde entonces, los EAU se dieron cuenta que su estrecha alianza con Arabia Saudita podría afectar su reputación internacional y están molestos por el creciente escrutinio de sus políticas internas en el Congreso de EEUU. Por ejemplo, a inicios de julio, el senador estadounidense Bob Menendez pidió que se suspendiera la venta de armas del gigante norteamericano a los Emiratos, luego de que se comprobara que el país de Oriente Medio apoyaba al Ejército Nacional de Libia, liderado por Jalifa Haftar, en la cruenta guerra que vive el país del norte de África. De igual manera, el senador Lindsey Graham, un aliado cercano al presidente Trump, ha expresado una frustración muy parecida sobre la conducta del gobierno de Abu Dabi al calificar su intervención en Yemen como "problemática".
La imagen de los EAU también está deteriorada en el Reino Unido debido a la detención de Matthew Hedges, un académico británico condenado a cadena perpetua bajo cargos de espionaje en noviembre de 2018, y en Europa, donde ha aumentado la protesta pública sobre los costos humanitarios de la guerra en Yemen. Pese a esto, los Emiratos están dispuesto a detener los daños que han afectado su reputación y por eso se muestra más susceptible a las soluciones diplomáticas y decidió distanciarse de Arabia Saudita y de la conducta desestabilizadora del príncipe heredero saudita, Mohammed bin Salman. De esta manera pretenden revertir el deterioro de su imagen en la esfera internacional.
Más allá de las fricciones y de la preocupación de los Emiratos para preservar su imagen diplomática, las políticas exteriores de Arabia Saudita y de EAU se verían muy afectadas ante una ruptura de la relación bilateral. Esto no lo desea ninguno de los dos países y para evitarlo, están dispuestos a reiniciar de ceros su alianza dedicando recursos militares y capital diplomático hacía temas en los que existan intereses comunes. No obstante, este reinicio aún no está articulado ni es del todo claro. Los Emiratos siguen enfatizando la amenaza hutí como un riesgo para la seguridad colectiva de la península arábiga y los saudíes siguen marcando, de manera sutil, su postura más belicosa en contra de Irán.
Los hutíes han restringido sus ataques con aviones no tripulados a las instalaciones petroleras y la infraestructura de Arabia Saudita, sin embargo son los EAU los que han prendido las alarmas sobre la amenaza hutí en la región. Por ejemplo, los Emiratos acusan a este grupo de llevar a cabo un "ataque terrorista" que podría "representar una grave amenaza para el suministro mundial de energía", luego del ataque con aviones no tripulados al campo petrolero saudí de Shayba el 18 de agosto. Los EAU realizaron ataques aéreos conjuntos con Arabia Saudita en la capital yemení, Saná, luego de que el grupo chiíta lanzara ataques con aviones no tripulados a la Base Aérea Rey Khalid de Arabia Saudita.
Pese a que Arabia Saudita no ha revisado su actitud beligerante contra Irán, ciertos eventos sugieren que el reino saudí podría eventualmente ser más abierto a la diplomacia con Teherán. El 3 de agosto, el ministro de Relaciones Exteriores de los EAU, Anwar Gargash, insistió que Arabia Saudita prefiere la diplomacia a la confrontación armada con Irán. Además, el gobierno saudita no desechó la solicitud de abrir un canal de diálogo realizada por el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Javad Zarif. Algunos personajes muy influyentes en la política de Arabia Saudita, como Salman al-Dosary y Abdulrahman al-Rashed, afirman que la continuación de la disuasión no militar y las discusiones sobre un acuerdo diplomático con Irán serían más efectivas que la guerra.
Arabia Saudita podría servir de eje y estaría más cerca a la posición de los EAU sobre Irán, en caso de que exista la posibilidad de alcanzar un nuevo acuerdo nuclear entre EEUU e Irán. De esta manera se podría aliviar una importante fuente de tensión bilateral entre las dos monarquías árabes, que ha llegado a un nivel sin precedentes durante los últimos dos años, según los estándares recientes. Sin embargo, un acuerdo es más difícil de lo que parece. Mohammed bin Salman no desea hacer compromisos unilaterales para satisfacer las preferencias de los Emiratos. Por su parte, Mohammed bin Zayed quiere distanciar a los Emiratos de los problemas de reputación internacional que tiene Arabia Saudita. En última instancia, lo único que los une son sus preocupaciones comunes sobre la seguridad de la región y el estado de dependencia mutua, amplificado por las tensiones dentro del CCG, que podrían evitar que la alianza entre estos dos países se convierta en una estratégica rivalidad.
*El autor es candidato a PhD en Relaciones Internacionales en St. Anthony’s College, Universidad de Oxford. También es periodista y colabora regularmente con The Washington Post y The Diplomat.
*Las opiniones expresadas en este artículo son propiedad del autor y no reflejan necesariamente la política editorial de la Agencia Anadolu.
*Traducido por José Ricardo Báez G.