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La indiferencia de Juan Pablo II a los abusos del fundador de la Legión de Cristo

El prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, João Braz de Aviz, reconoció que el Vaticano tenía desde 1943 documentos sobre la pederastia de Marcial Maciel.

Sergio García Hernández  | 02.01.2019 - Actualızacıón : 03.01.2019
La indiferencia de Juan Pablo II a los abusos del fundador de la Legión de Cristo Miles de personas se reúnen en la plaza de San Pedro en la ceremonia de canonización del papa Juan Pablo II, liderada por el papa Francisco el 27 de abril de 2014 en ciudad del Vaticano. (Baris Seckin - Agencia Anadolu)

BOGOTÁ, Colombia

La revelación del cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, sobre los ocultamientos de El Vaticano por más de 60 años de los abusos sexuales a menores perpetrados por Marcial Maciel, fundador de la comunidad Legión de Cristo, recuerdan la indiferencia del papa polaco Juan Pablo II durante su rol como papa hacia las denuncias de las víctimas del religioso.

Benedicto XVI, el sucesor de Juan Pablo II, le conminó a Maciel a retirarse a México el resto de su vida, dedicado “a la penitencia y la oración” en 2006, en una sanción que postergó hasta su fallecimiento el papa polaco.

Una serie de cartas en los archivos de El Vaticano muestran la protección que el papa polaco le ofreció a Maciel durante sus años al frente de la Iglesia Católica y que perduró hasta el día de su muerte, en 2005, pese a las denuncias de las víctimas.

En noviembre de 1994, Juan Pablo II le envió una misiva a Maciel donde le agradecía “su generosa entrega al servicio de la Iglesia como sacerdote” en el marco del 50 aniversario de su ordenación sacerdotal.

Para 1994, el Vaticano completaba al menos 50 años con información sobre los abusos de Maciel, que datan de 1943, y se había investigado, sin resultados, su pederastia de 1956 a 1959, según indicó Braz de Aviz en una entrevista publicada por la revista católica Vida Nueva.

“Quien lo tapó era una mafia, ellos no eran Iglesia (…) Tengo la impresión de que las denuncias de abusos crecerán, porque solo estamos en el inicio. Llevamos 70 años encubriendo, y esto ha sido un tremendo error”, afirmó el prefecto sin mencionar a Juan Pablo II, quien llamó en diversas oportunidades a Maciel como “el apóstol de la juventud”.

La indiferencia de Juan Pablo II se hizo evidente en 2004, cuando le envió una nueva carta a Maciel, reconocido por ser amigo del papa. El polaco se refiere en la misiva al pederasta mexicano como “el querido padre Maciel” y le agradece por su ministerio sacerdotal durante 60 años.

Juan Pablo II envío la carta y reconoció a Maciel como un sacerdote “colmado de los dones del Espíritu Santo”, pese a que era pública una denuncia de ocho de las víctimas del religioso que fue reproducida por la revista mexicana Milenio en diciembre de 1997.

Las ocho víctimas, exmiembros de los Legionarios de Cristo, acusaron a su fundador de haber abusado sexualmente de ellos cuando eran adolescentes, en una carta dirigida a Juan Pablo II.

“Somos varios hombres cristianos, doblemente víctimas en dos claras épocas de nuestra vida: primero durante nuestra adolescencia y juventud y, luego, en nuestra madurez, por parte de un sacerdote y religioso muy allegado a Vos, que repetidamente abusó, antaño, sexualmente y de otras maneras de nosotros, indefensos, lejos de nuestros padres”, indicaron las víctimas en una carta que hizo pública información que El Vaticano conocía desde décadas atrás, según se conoció por la entrevista a João Braz de Aviz.

"Esperaban a que Dios les sacara del atolladero con la muerte de Juan Pablo II o la del acusado", sostuvo en 1999 al diario El País Alejandro Espinosa, una de las víctimas de Maciel.

El fallecimiento de Juan Pablo II fue seguido de la sanción de Benedicto XVI, lo que no impidió que Maciel muriera en 2008 sin pedir perdón a sus víctimas.

El sacerdote español Félix Alarcón, víctima de abusos, le aseguró a El País que Ricardo Blázquez, cardenal arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), fue uno de los cinco inspectores encargados en 2010 por Benedicto XVI de depurar a la Legión de Cristo.

“El Vaticano recibió 240 documentos que evidenciaban que la situación se conocía mucho antes de que se reconociese que se conocía. Nuestra denuncia es del año 1988, y mientras Ratzinger estuvo de cardenal, se pasaban esta terrible patata caliente unos a otros, sin tomar ninguna medida. Creo que la Legión tal como la entendíamos debería ser eliminada”, declaró Alarcón.

Después de tres años bajo vigilancia, los Legionarios de Cristo recibieron en 2014 la autorización del papa Francisco para seguir adelante a pesar de los escándalos de abusos a menores, poligamia y drogadicción protagonizados por su fundador, Marcial Maciel.

El pasado 21 de diciembre Francisco se refirió a los ocultamientos de abusos sexuales a menores cometidos por sacerdotes y aseguró que El Vaticano nunca mas intentará encubrir ni subestimar las denuncias vinculadas con abusos sexuales a menores de edad. El anuncio lo hizo en el tradicional saludo para los augurios navideños en Roma.

“Es innegable que algunos responsables, en el pasado, por liviandad, por incredulidad, por falta de preparación, por inexperiencia o por superficialidad espiritual y humana han tratado tantos casos sin la debida seriedad y prontitud. Esto no debe ocurrir más. Esta es la decisión de toda la Iglesia”, sostuvo el papa.

El líder religioso aseveró que está determinado a erradicar los abusos sexuales perpetrados por sacerdotes en un discurso donde indicó que El Vaticano no guardará silencio ante hechos que calificó de abominables y sostuvo que se requiere en la institución un proceso de “purificación y renovación”.

“Está claro que, ante estas abominaciones, la Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes”, aseveró Francisco en uno de sus pronunciamientos más fuertes sobre las agresiones sexuales a menores al interior de la Iglesia.

Durante su discurso, de 36 minutos, Francisco admitió que la Iglesia está golpeada y vive momentos difíciles por los escándalos en los que se han visto algunos de sus integrantes.

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