La masacre de Beirut de 1982 todavía persigue a los sobrevivientes
Los testigos de una de las masacres más sangrientas de la historia moderna cuentan sus historias de horror.

ANKARA
Después de 38 años, la masacre que dejó miles de palestinos y libaneses muertos en el campo de refugiados de Sabra y Chatila de Beirut todavía persigue a los sobrevivientes.
Poco después de que Israel invadiera el Líbano en 1982, grupos libaneses de derecha aliados con los invasores irrumpieron en el campo, mataron a sus habitantes, violaron a las madres frente a sus familias y mutilaron a mujeres embarazadas.
Cuando terminó el incidente, que se prolongó durante más de tres días, del 15 al 18 de septiembre, unos 3.000 palestinos y libaneses, en su mayoría chiítas, habían sido asesinados.
La noche antes de la masacre, el entonces ministro de Defensa de Israel, Ariel Sharon, había ordenado que el campo fuera rodeado, allanando el camino para una de las masacres más sangrientas de la historia moderna.
Después de la masacre, el 16 de diciembre de 1982, Naciones Unidas condenó lo sucedido y lo declaró un acto de genocidio. Sin embargo, todavía no hay sentencias y sanciones sobre la masacre.
Una comisión establecida por el Gobierno israelí para investigar la masacre publicó un informe en febrero de 1983, responsabilizando a Sharon, entre otros, de la masacre.
En 2001, 23 supervivientes de la masacre entablaron una demanda en Bélgica contra Ariel Sharon, entonces primer ministro de Israel, por crímenes de lesa humanidad.
Bajo la presión de Estados Unidos e Israel, Bélgica cambió la ley que había permitido que se presentara el caso. El caso fue desestimado en 2002 porque ninguno de los demandantes tenía la ciudadanía belga al comienzo del caso.
Antes de que se desestimara el caso, Elie Hobeika, uno de los líderes de las Fuerzas Libanesas Falangistas, que desempeñó un papel destacado en la masacre, fue asesinado con un coche bomba en Beirut, unos días después de que dijo que testificaría contra Sharon.
Abu Mohammad es-Salihani, de 97 años, uno de los testigos de la masacre, dijo a la Agencia Anadolu que la milicia llamaba a las personas por sus nombres antes de matarlas.
Mientras sostenía un hacha pequeña, Es-Salihani recordó que perdió a su amigo Ahmed Abu Said en los ataques: “Este hacha estaba en la cabeza de Ahmed Abu Said. La tomé, la lavé y la guardé hasta el día de hoy".
Recordó que la masacre duró tres días mientras la gente seguía tratando de escapar por todos lados, y agregó que esos momentos desgarradores nunca serán olvidados.
Otro testigo, Ebubekir Ahval, recordó que después de que un funcionario dijera que no quedaban combatientes en los campos de refugiados palestinos en el Líbano, el Ejército israelí y las milicias cristianas comenzaron a matar personas.
“Los atacantes entraron en cada casa, los llamaron y empezaron a matar. Así es como mataban a la gente en sus hogares ".
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“Querían deshacerse del pueblo palestino y vengarse de la guerra civil del Líbano, que comenzó en 1975 con un conflicto entre los palestinos y la milicia cristiana Kataib”, explicó.
"Sin saberlo, vinimos al Líbano y regresaremos a nuestra patria Palestina siempre que sea posible".
Con aproximadamente un kilómetro cuadrado (menos de media milla cuadrada) de tamaño, el campo de Sabra y Chatila, ubicado al oeste de Beirut, alberga a 12.000 refugiados palestinos, según datos no oficiales.
*Maria Paula Triviño contribuyó con la redacción de esta nota.
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