Por: Dr. Oguz Goksu

A medida que aumenta el uso de las redes sociales, estas generan una realidad virtual. El uso de estos medios de comunicación genera a su vez identidades digitales dando lugar a un área digital pública. En este sentido, las redes sociales no pueden ser aisladas de la realidad sociopolítica. Las redes sociales han llegado a tal punto que son capaces de establecer el orden del día de la política.

Las empresas tecnológicas han empezado a comportarse como Estados y anhelan convertirse en “gobiernos sin votantes”. Las plataformas de redes sociales distan de reforzar la democracia. En su lugar, lo que hacen es dar ejemplos de fascismo digital. Turquía es uno de los principales países víctimas de este fascismo.

La realidad sociopolítica afecta y al mismo tiempo resulta afectada por estos medios debido a su naturaleza, gracias a la cual, la información divulgada a través de estos medios se propaga rápidamente. Las labores del activismo tradicional han pasado a ser digitales. Los activistas de todo tipo se aprovechan de las ventajas de la web 2.0 para organizarse más rápida y efectivamente, llegando a tener una superioridad cualitativa. Así mismo, los activistas tienen la posibilidad de influir, positiva o negativamente, en los mecanismos políticos de cualquier país y alterar sus decisiones.

En este sentido, es de suma importancia desarrollar una conciencia adecuada entre la población a la hora del uso de estos medios y ante el acoso digital. Así mismo, los individuos deben tener cuidado con su comportamiento digital y no dejar huellas digitales al final del uso de estas plataformas.

En el ámbito político, los diversos actores intentan lograr una superioridad retórica frente a sus rivales. Se puede decir que las redes sociales se han convertido en una herramienta que completa la realidad sociopolítica. Sin embargo, los usuarios tienden a seguir a quienes consideran cercanos a sus ideas e ideologías y cerrarse a las ideas nuevas.

Los usuarios de las redes sociales crean sus propias doctrinas, cuyos reflejos sociológicos cambian la forma en la que organizamos nuestras vidas y hacemos política. El lenguaje marginal que a menudo se utiliza en estos medios provoca un alejamiento entre los individuos, así como agudiza los prejuicios asentados erróneamente en las sociedades.

En lo que a la comunicación política se refiere, estas plataformas van a permitir realizar mítines virtuales, con apariciones de los hologramas de los líderes políticos en un contenido dirigido exclusivamente hacia públicos determinados.

La fuente de la información y su veracidad se presentan como los principales problemas y retos para las redes sociales. Al contrario que en los medios de comunicación tradicionales, los usuarios también generan contenidos aparte de consumirlos. Esto requiere de un mecanismo para corroborar el contenido generado por estos usuarios. Los “troles” que trabajan organizados y sistemáticamente pueden influenciar en la opinión política de los internautas e incluso pueden llegar a determinar la agenda política, aunque solo sea temporalmente.

Las fronteras entre la verdad y la ficción han empezado a desaparecer. Las percepciones superan a la realidad y las personas son arrastradas hacia un punto desde el que son incapaces de diferenciar entre la verdad y la mentira. Luchar contra las campañas desinformativas en las plataformas digitales se ha convertido en una necesidad.

Las redes sociales se han convertido en el nuevo campo de batalla de la política. Siempre y cuando una ideología política y sus líderes no tengan presencia en las redes sociales, estos serán ignorados por una parte de la sociedad. Los usuarios se dan cuenta de esto y trasladan su lucha política a estos medios donde expresan sus ideas, crean un orden del día y reaccionan a los desarrollos políticos y sociales. Por su parte, los Estados libran una batalla contra las organizaciones terroristas en las redes sociales que hacen uso de bots y cuentas falsas. En este sentido se hace imprescindible programar aplicaciones propias a nivel nacional ante la dictadura de las grandes corporaciones digitales y el imperialismo cultural digital.

*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la política editorial de la Agencia Anadolu.

*Traducido por Daniel Gallego.