La tradicional rivalidad entre grupos chiitas impide la formación de un nuevo Gobierno en Irak
Partidarios del clérigo chiita Muqtada al-Sadr asaltaron la Zona Verde, sede del Gobierno, en Bagdad en protesta por la nominación de un nuevo primer ministro por parte de los partidos chiitas cercanos a Irán.

ANKARA
La formación de un nuevo Gobierno en Irak está siendo difícil de lograr, ya que las tensiones de larga data continúan aumentando entre líderes chiitas prominentes como el clérigo Muqtada al-Sadr y el ex primer ministro Nouri al-Maliki, ambos rivales desde 2008.
El pueblo iraquí necesita urgentemente un nuevo Gobierno para mejorar sus malas condiciones de vida tras años de crisis de seguridad provocada por el Daesh/ISIS, que causó desplazamientos internos masivos.
El grupo terrorista todavía tiene células durmientes en el país, devastado por la guerra, a pesar de que las autoridades declararon su derrota en 2017.
El país también pasa por una crisis económica exacerbada como resultado del fracaso de los poderes políticos para lograr una reforma. Los mismos poderes políticos que han convertido Irak en uno de los países más corruptos del mundo en los últimos años, con corrupción y tensiones de seguridad que socavan las instituciones, según el Índice de Transparencia Internacional.
Este miércoles por la noche, partidarios de Sadr, líder del Movimiento Sadrista, asaltaron la Zona Verde, sede del Gobierno y del Parlamento iraquí, en Bagdad en protesta por la nominación de un nuevo primer ministro por parte de los partidos chiitas cercanos a Irán, entre los cuales destaca Maliki.
La formación de un nuevo gobierno de coalición se ha visto obstaculizada por las diferencias entre Sadr y Maliki a pesar de que el movimiento de Sadr consiguiera la mayoría en las elecciones generales del año pasado.
Sadr ha expresado su intención de establecer un gabinete de mayoría nacional lejos de los estrechos sesgos sectarios, así como de excluir de él a algunas fuerzas, incluida la coalición Estado de Derecho, liderada por Maliki.
Las fuerzas políticas chiitas reunidas bajo el paraguas de la coalición Marco de Coordinación, conocido por sus estrechos vínculos con Irán, exigen un Gobierno consensuado en el que participen todas las fuerzas políticas del Parlamento, similar a administraciones anteriores.
Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo con el Marco de Coordinación, Sadr pidió en junio a los diputados de su bloque que dimitieran para volverse a poner al frente de la oposición.
Este lunes, Mohammed al-Sudani, de 52 años, fue propuesto por el Marco de Coordinación como candidato a primer ministro del país. Sin embargo, Sadr reaccionó declarando que no aceptará a Sudani para formar un nuevo Gobierno antes de que sus partidarios asaltaran la Zona Verde.
Sadr es conocido por su gran influencia en las calles iraquíes. Las protestas masivas iniciadas por sus partidarios en el verano de 2019 obligaron al ex primer ministro Adel Abdul Mahdi a renunciar.
Los desacuerdos y la hostilidad entre Sadr y Maliki se remontan a los años de la ocupación estadounidense en Irak, cuando en 2008, el entonces primer ministro Maliki dirigió una campaña militar respaldada por Estados Unidos para hacer cumplir la ley en la ciudad de Basora y otras provincias del sur, de mayoría chiita.
Esta campaña tuvo como objetivo el Ejército Mahdi, el brazo armado del movimiento sadrista, que más tarde se vio obligado a ceder sus armas y cuartel general, y abandonar Basora, donde tenía un amplio control sobre la seguridad y los archivos económicos.
El movimiento de Maliki terminó efectivamente con la influencia del Ejército Mahdi en el sur de Irak y obligó a Sadr a disolver el grupo armado en abril de 2008.
La rivalidad de las dos figuras se ha convertido en parte del panorama político iraquí. Se descontroló y afectó a la formación del siguiente Gobierno, manifestándose a mediados de junio cuando Sadr pidió a Maliki que abandonara la política o se entregara al poder judicial tras la filtración de un audio suyo.
Según las filtraciones, atribuidas a Maliki, este se refirió, en una reunión, a Sadr como un “asesino” y un “ladrón”.
Las grabaciones también incluyen un presunto ataque contra Maliki en la ciudad de Náyaf, donde se encuentra Sadr, y la supuesta participación de uno de los líderes chiitas iraníes en una conspiración para armar a entre 10 y 15 grupos chiitas y asaltar la ciudad.
El martes, el poder judicial iraquí anunció el comienzo de las investigaciones sobre las cintas filtradas.
Los analistas políticos indican que las filtraciones prácticamente eliminaron la posibilidad de que Maliki y su partido logren formar el próximo Gobierno, algo percibido como favorable para Sadr.
Sin embargo, se espera que Sudani enfrente obstáculos debido a la negativa de Sadr a respaldarlo, lo que ha complicado la situación política existente.
Está previsto que el Parlamento iraquí se reúna en los próximos días para elegir un nuevo presidente, lo cual es necesario antes de que se pueda nombrar a un nuevo primer ministro.
Si bien se espera que la nominación de Sudani sea aprobada por el Parlamento después de la retirada del bloque parlamentario de Sadr de la asamblea, los partidos kurdos aún tienen que llegar a un acuerdo sobre un nuevo candidato presidencial.
Ver también: Grupo de manifestantes iraquíes irrumpe de forma violenta en la Zona Verde de seguridad en Bagdad
El futuro presidente electo de Irak nombrará al nuevo primer ministro para formar el Gobierno. El primer ministro está obligado a presentar la formación de su Gabinete al Parlamento en un plazo de 30 días.
En 2004, Paul Bremer, jefe de la Autoridad Provisional de la Coalición, el Gobierno interino liderado por Estados Unidos después de la invasión, instituyó un sistema de cuotas.
Aparentemente, el sistema está diseñado para garantizar una representación justa, con el cargo de presidente reservado para los kurdos, el de primer ministro reservado los chiitas y el de presidente del Parlamento reservado para los sunitas.
*Traducido por Daniel Gallego.