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Las otras víctimas de la pandemia: el abandono de animales creció un 70% en Brasil

Un año después del furor por las adopciones que tuvo lugar en el inicio del confinamiento, el recorte de gastos en los hogares, la falta de tiempo de los dueños y las mudanzas, entre otros motivos, empujan a diferentes especies al desamparo.

Federico Cornali  | 05.04.2021 - Actualızacıón : 07.04.2021
Las otras víctimas de la pandemia: el abandono de animales creció un 70% en Brasil Según Ampara Animal, una asociación de mujeres que ayuda a refugios de animales y protectores independientes, durante 2020 creció un 70% el abandono de mascotas en Brasil, incluyendo perros, gatos y otros animales domésticos, en el marco de la pandemia de COVID-19. (Crédito obligatorio: Divulgación Affinity Petcare)

SAO PAULO, Brasil

Por: Federico Cornali

Apenas comenzó el confinamiento en Brasil, las buenas noticias escaseaban, como en casi todo el mundo. Sin embargo, un dato relevante que aportaba un conglomerado de organizaciones no gubernamentales (ONG) encendía una luz de esperanza. Al verse obligadas a pasar más tiempo en casa, las personas -sobre todo las que vivían solas- optaron por adoptar mascotas para compartir con ellas durante la cuarentena.

Por ese motivo la demanda de perros y gatos, en su mayoría, se elevó de manera exponencial a partir de marzo de 2020. Pero transcurrido un año desde aquel boom, el país, lejos de salir del huracán, atraviesa su peor momento de la pandemia, con 331.433 muertes y casi 13 millones de contagios acumulados. La crisis sanitaria trajo consecuencias en las economías de los hogares y a la hora de recortar gastos, los nuevos dueños devolvieron los animales o, lo que es peor, volvieron a abandonarlos.

Según Ampara Animal, una asociación de mujeres que ayuda a refugios de animales y protectores independientes, durante 2020 creció un 70% el abandono de mascotas (contando perros, gatos y otros animales domésticos). El número tuvo en cuenta los datos de 530 asilos de todo el país.

Además de la falta de recursos económicos, algunos de los dueños dejaron a sus “compañeros” por desinformación, ya que se sospechaba que los perros y gatos podían transmitir la COVID-19, lo que hasta hoy no ha sido comprobado. “Nunca vi una situación tan desoladora como la actual. No pasa un día sin que aparezca un animal abandonado”, cuenta Daura Carvalho, miembro de Ampara Animal.

“Ese miedo a que las mascotas puedan transmitir el coronavirus dentro de las familias fue una gran locura, ya que no hay nada que lo compruebe. Tal vez sea una excusa más de aquellas personas que se apresuraron en adoptar un amiguito. Hay personas que no soportan que los animalitos orinen en lugares errados, o que ladren o muerdan objetos. Todos factores normales de su especie, que no justifican nunca el abandono y el desamparo al que someten a esas criaturas”, dice el diputado Fred Costa, del partido Patriota en Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais, autor del proyecto de Ley Sansón (vigente desde septiembre de 2020), que sanciona con entre dos y cinco años de prisión a quienes maltraten o abandonen animales.

En el ámbito de las entidades y familias dedicadas a rescatar a los animales de la calle se viven días de tensión debido a los récords en el número de abandonos, a las ONG superpobladas y al creciente desgaste entre los responsables de estas agrupaciones. Además, debido a la crisis económica, las donaciones han disminuido.

En “La Cueva de los Peludos”, el refugio de animales que Daura Carvalho atiende junto a su familia en la zona rural de Mairiporá (interior de Sao Paulo) actualmente hay alrededor de 350 perros, más de 30 gatos, 20 cabras, tres burros y un par de tortugas. “Solo para alimentarlos y mantener la estructura que tenemos aquí, necesitamos unos 45.000 reales por mes (aproximadamente 8.000 dólares). En total, son 30 toneladas de comida”, explica Carvalho. “Es muy difícil si piensas que las donaciones cayeron un 80% durante la pandemia”, agrega.

“Efectivamente, en 2021 estamos viviendo la situación más desesperante. Nosotros recibimos entre 30 y 40 pedidos de ayuda por día, desde todos los rincones. Es un problema muy grave. Y no hablo solo del abandono, sino de las crías. Nadie castra a sus mascotas y hay cachorritos tirados por todas partes. Mientras la población no tome consciencia de que castrar es fundamental, no saldremos nunca de este pozo”, cuenta Carolina Pimenta, quien preside la ONG Amor de Bicho, donde actualmente hay más de 160 perros en adopción.

La problemática del abandono de animales en Brasil es profunda y no puede resumirse solo a este momento de crisis. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en el país hay cerca de 10.000.000 de gatos y 20.000.000 de perros abandonados.

Según un estudio realizado en conjunto entre IBOPE y el Instituto Waltham, previo a la pandemia seis de cada 10 brasileños afirmaban que en caso de mudarse de hogar, dejarían a sus mascotas, siendo ese el principal motivo de los abandonos. Entre otras razones para dejar sin hogar a sus perros o gatos, estaban la falta de tiempo para cuidarlos, el comportamiento de las mascotas y la llegada de un hijo.

“Cuando comenzó la pandemia y se decía que todos mejoraríamos después del mal momento, las personas se volcaron a adoptar animalitos de compañía. Todos tenían que trabajar en casa y podían dedicarles tiempo a las mascotas. Eso nos dio muchísima esperanza”, recuerda Carvalho.

“Después todo se vino abajo con el desempleo, la retirada de la ayuda financiera de emergencia, los que se vieron obligados a salir del hogar para trabajar y quienes se volvían a la casa de sus padres por no poder pagar el alquiler. Los animales fueron quienes más sufrieron el castigo”, agrega.

Más allá del sufrimiento al que son sometidos, los animales abandonados representan un serio problema para la salud pública debido a que pueden transmitir zoonosis como rabia, leishmaniasis, toxoplasmosis y leptospirosis, además de los inconvenientes que pueden generar en el tránsito, en la recolección de residuos y, sobre todo, al atacar a seres humanos u otros animales.

El perfil de las mascotas abandonadas en las calles brasileñas está bien identificado: se trata de los perros sin raza definida (aquí conocidos como “vira-latas”). “Vira-latas, adulto, de tamaño mediano, pelaje corto y negro. Esos son los más abandonados y los que nadie quiere adoptar”, describe Tathiana Rocha, que también recibe animales abandonados en su residencia, ubicada en las afueras de Jaguariúna, al interior paulista.

“Esos perritos, con esas características, esperan durante años sin chances de recibir cariño o amor por parte de alguna familia, solo porque tienen esa apariencia física”, agrega Rocha. “En cambio, cuando se trata de perros de raza existen filas para adoptarlos. El brasileño tiene esa predilección que se acentúa cada vez más. Es un poco triste, porque para los perros más finos siempre hay lugar en los hogares y difícilmente son abandonados”, se desahoga la veterinaria de 34 años.

Entre quienes tuvieron que abandonar mascotas adoptadas durante la pandemia se cuenta Karina Rodrigues Moraes, quien trabaja en atención al público para una empresa multinacional en Sao Paulo. “Adopté a Lara, una perrita medio ciega en abril de 2020. Nos llevamos muy bien. Lamentablemente, con la jornada y el salario reducido en mi trabajo, tuve que dejar mi apartamento y regresar a casa de mis padres, en el ABC Paulista (Gran Sao Paulo)”, dice. “La casa donde vivo con mi familia no tiene jardín y mis padres me pidieron que por favor no me mudara con Lara, así que la tuve que devolver al hogar canino de donde la adopté a fin de año. Me sentí egoísta, pero no tuve otra opción”, añade.

Ver también: Los “invisibles”: ¿Qué pasará con los 38 millones de brasileños que se quedarán sin asistencia en 2021?

El abandono de perros y gatos no es un problema exclusivamente brasileño. Volviendo a los datos de la OMS, se estima que hay 200.000.000 de perros abandonados en el mundo, sobre todo en los países más pobres. En las antípodas de esta problemática parece estar Países Bajos, que se convirtió en el primer país “libre de perros callejeros”. Para llegar a esa clasificación, se instauraron políticas como los impuestos sobre la venta de los animales, lo que incentiva la adopción. Además, los dueños tienen que hacer un registro obligatorio de la mascota y pagar otras tasas por tenerlos.

Por si todo esto fuera poco, existe un programa de colecta, castración, vacunación y liberación de animales callejeros. De esa manera, se registran hasta aquellas mascotas que no tienen dueños, se les castra y se evita la reproducción. Además, el país castiga a los dueños que abandonan a sus mascotas con una multa de 16.750 euros y una pena de hasta tres años de prisión. En Brasil, la prisión por abandono es de cinco años, pero difícilmente se cumple de manera efectiva.

Desde el Consejo Regional de Medicina Veterinaria del Estado de Sao Paulo (CRMV-SP) alertan que “antes de comprar o adoptar un pet (mascota) es necesario entender que los animales requieren de cuidados y que serán responsabilidad de los tutores hasta el final de sus vidas. Además de una práctica cruel, abandonar a un animal es un crimen establecido en la Ley Federal n° 9.605/98, que sanciona con pena de prisión o multas, que pueden ser aumentadas si el acto resulta en fallecimiento de la mascota”.

“Quienes piensan que el abandono se restringe a echar al animal del hogar está equivocado, ya que también se encuadran allí la negligencia con las necesidades primordiales, mantener al pet atado, aislado, sin la alimentación adecuada e inhabilitado para manifestar los comportamientos inherentes a la especie”, detalla la médica veterinaria Cristiane Schilbach Pizzutto, presidenta de la CRMV-SP.

“Además de las condiciones de higiene mínimas, los animales necesitan interactuar y jugar. Son seres sensibles, que reaccionan ante los estímulos que reciben. Por eso quienes piensen en comprar o adoptar tienen que grabarse en la cabeza que un animal, además de gastos, le demandará dedicación, tiempo y cariño”, concluye.

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