Así conquistaron los otomanos a Estambul hace 566 años
Turquía conmemora el aniversario de la conquista de Estambul por parte del sultán Mehmed II.
ANKARA
Constantinopla, como se conocía entonces a Estambul, era la capital del Imperio Bizantino y estaba rodeada de muchos estados musulmanes. El profeta Mahoma profetizó la conquista por un líder musulmán: "Estambul será conquistada; qué buen comandante será el conquistador, qué buen soldado será el conquistador".
El encargado de esta campaña fue el sultán Mehmed II, también conocido como Mehmed el Conquistador, quien dirigió un ejército y conquistó Estambul el 29 de mayo de 1453. Desde que era príncipe había planeado conquistar los vestigios del Imperio Romano de Oriente.
Los otomanos, en primer lugar, construyeron una muralla de 10 kilómetros al norte de Constantinopla. Mehmed II sabía que los asedios anteriores habían fracasado porque la ciudad recibía suministros a través del mar. Por tal razón, el primer paso era bloquear las entradas del mar Negro con una fortaleza armada de tres cañones, llamados bombardas, en el punto más estrecho de la orilla del Bósforo, y con al menos 125 navíos ocupando los Dardanelos, el mar de Mármara y el oeste del Bósforo.
El sultán reunió un ejército de unos cien mil soldados, ochenta mil de los cuales eran combatientes turcos profesionales. También instaló cañones en esta nueva fortaleza y fabricó un inmenso cañón de nueve metros de longitud (llamado la gran bombarda), el cual fue empujado hasta Constantinopla por varios cientos de bueyes y auxiliado por un contingente de cien hombres a una velocidad de dos kilómetros por día.
Un barco veneciano dirigido por el capitán Antonio Rizzo, que había partido del Mar Negro para regresar a Venecia, llegó cerca de Constantinopla y no se detuvo en el puesto de control de los otomanos. La nave fue atacada por la bombarda. Rizzo, junto con algunos sobrevivientes, logró llegar a la costa, pero allí fue empalado por las fuerzas otomanas. Esto sacudió al mundo cristiano y aún más al agonizante Imperio Bizantino. Como resultado de su asesinato, la República de Venecia decidió intervenir en favor del Imperio Bizantino.
Este éxito de la artillería hizo que fuera crucial construir balas de cañón más grandes para demoler las paredes que protegían a Constantinopla. Los otomanos construyeron balas de cañón que pesaban 600 kg, con un diámetro de 62,6 cm, en Edirne, algo nunca antes visto en la historia de la humanidad.
El primer ataque se llevó a cabo el 18 de abril, cuando el gran cañón disparó el primer tiro en dirección al valle del río Lico, junto a la puerta de San Romano, que penetraba en Constantinopla por una depresión bajo la muralla, lo cual permitía posicionar el cañón en una parte más alta. La muralla, hasta entonces imbatida, no había sido construida para soportar ataques de artillería y en menos de una semana comenzó a ceder.
Quienes defendían la ciudad recibieron asistencia militar de tres embarcaciones genovesas y una nave bizantina enviadas por el Papa, que rompió el bloqueo otomano en el Bósforo el 20 de abril. También llegó de Europa el Ejército rumeliano, conformado por turcos que vivían en la región de Rumelia, al sureste de Europa y que más tarde sería administrada por el Imperio Otomano.
El sitio de casi 50 días hizo que los soldados del Ejército otomano se manifestaran por el agotamiento. Además, el costo para sostener un ejército de 100.000 hombres era muy grande y los oficiales comentaban la ineficiencia de las estrategias del sultán hasta entonces. Akshamsaddin, un famoso académico de la época que apoyó al sultán en aquellos días difíciles, le escribió una carta instándolo a que el asedio continuara. Este es el único documento del incidente que se conserva hasta nuestros días.
Mehmed II se vio obligado a lanzar un ultimátum a Constantinopla: los turcos perdonarían las vidas de los cristianos si el emperador entregaba la ciudad. Como alternativa, prometió levantar el cerco si pagaban un tributo. Como las arcas estaban vacías desde el saqueo de la Cuarta Cruzada, Constantino XI rechazó la oferta.
El 22 de abril, el sultán asestó un golpe estratégico a las defensas bizantinas con la ayuda de la maniobra ideada por su general Zaganos Pasha. Imposibilitados para atravesar la cadena que cerraba el Cuerno de Oro, el sultán ordenó la construcción de un camino de rodadura al norte de Pera, por donde sus navíos podrían ser empujados por tierra, evitando la barrera. Con los navíos posicionados en un nuevo frente, los bizantinos no tendrían recursos para reparar después sus murallas. Este fue el golpe definitivo que afectó al ejército bizantino que aún esperaba la llegada de más barcos genoveses.
El sultán Mehmed II ordenó al comandante Pasha llevar a cabo el ataque final. Al amanecer del 29 de mayo de 1453 inició un ataque masivo de tres oleadas. El ejército turco atacó durante más de dos horas sin vencer la resistencia bizantina. Entonces hicieron espacio para el gran cañón, que abrió una brecha en la muralla por la cual los turcos concentraron su ataque. Constantino en persona coordinó una cadena humana que mantuvo a los turcos ocupados mientras la muralla era reparada.
Mientras tanto, el embajador húngaro intentaba resolver la situación por medio de diplomacia. Se acercó al Ejército otomano y amenazó con que un ejército de cruzados zarparía desde Europa si no se detenía el sitio. Varios miembros del Ejército bizantino también se infiltraron en el Ejército otomano para difundir rumores de una supuesta ayuda inminente desde el lado balcánico.
Los bizantinos cometieron la imprudencia de dejar la puerta de la muralla noroeste (la Kerkaporta) semiabierta. Un destacamento otomano penetró por allí e invadió el espacio entre las murallas externa e interna. En ese preciso momento, Giovanni Giustianani-Lungo, un genovés que dirigía las tropas que defendían la ciudad, resultó herido. Sin su liderazgo, los soldados romanos lucharon de manera desordenada contra los disciplinados turcos.
Constantinopla había caído. Las murallas de la ciudad del Palacio de Topkapi y su torre fueron destruidas por el fuego de artillería. Constantino XI, junto con sus servidores más allegados, fue asesinado por soldados otomanos. Mehmed II entró en la ciudad por la tarde, junto a sus ejércitos, y ordenó que la catedral de Santa Sofía (Hagia Sofía) fuese convertida en mezquita. Los bizantinos fueron autorizados para residir en la ciudad bajo la autoridad de un nuevo patriarca, el teólogo Jorge Scolarios, que adoptó el nombre de Genadio II, designado por el propio sultán para que no hubiera revueltas.
Estambul era el nombre que tenía la ciudad en lengua turca, inclusive antes de la conquista. La ciudad fue declarada la nueva capital del Imperio Otomano, lo que determinó la desaparición del Imperio Bizantino, de 1058 años de antigüedad, el fin de la Edad Media en Europa y el inicio de lo que se denomina la Nueva Era del Imperio Otomano.
*José Ricardo Báez G. contribuyó con la redacción de esta nota.
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